Mancera distraerá votos

El intento de Miguel Ángel Mancera de ser candidato a la Presidencia de la República tiene como único objetivo distraer el voto opositor, sobre todo para aquellos que creen que él y el PRD pertenecen a la izquierda o al ala progresista de las organizaciones políticas.
Ya desde ahora precisó que competirá por la Presidencia de la República desde una plataforma progresista. Sabe que no va a ganar, pero éste no sería ni el primero ni el único favor que le hace al PRI, partido con el que tiene más coincidencias que con ningún otro.
Pero en lo que más coinciden es en la urgente necesidad de desaparecer a Morena. Morena al PRI puede quitarle el poder; al PRD, le arrebata su bandera izquierdista y lo muestra desnudo ante el electorado como un partido satélite del PRI, como el Verde o el PT.
Así, Miguel Ángel Mancera surgirá como el candidato ideal para pulverizar el voto opositor, porque éste sólo se ubica en la izquierda, el PAN dio muestras fehacientes de que es lo mismo que el PRI. Cada sexenio sucede lo mismo con el partido que sostenga a López Obrador a la cabeza, sin embargo, a última hora surge la ayuda del IFE o del INE y vuelve a ganar el PRI.
La tendencia a descalificar a observadores, expertos, analistas del extranjero no se agota en el descrédito del aparato gubernamental contra el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), sino en toda opinión o diagnóstico que provenga del extranjero y que tenga tintes de imparcialidad, o simplemente que choque con las verdades históricas emanadas de los escritorios de la alta burocracia política electoral de México.
Dentro de toda esta estrategia político-electoral lo que se juega es la derrota del enemigo y no la victoria electoral, —como lo hemos visto en los últimos cuatro años en los comicios ocurridos en México—, está la candidatura de Miguel Ángel Mancera, quien es sólo una pieza del rompecabezas que crea un frente común ante un enemigo común. Ese enemigo común sostiene, desde hace años, una batalla desigual contra el contrincante electoral, por ello ha perdido, pero mientras el enemigo se conforme con vencer al contrincante y no a ganar seriamente las elecciones, esto seguirá sucediendo pero la consolidación del poder será cada vez más débil como lo hemos comprobado en los últimos años
Así, Mancera sabe que no puede en realidad ser Presidente, se conforma con tener los favores de un poder que se perpetúa a partir de engaños y triquiñuelas que nunca advierten ni sancionan los tribunales electorales.
Pero desde luego, a la verdad, le añaden la aplastante versión de los medios y dicen que aunque pierda el que gane realmente, reclamará el triunfo electoral como propio, como si se tratara de la necedad de un lunático. La exigencia de justicia, la hacen ver como locura, fanatismo o mesianismo. De esta perspectiva manipulada por los medios y el aparato de información gubernamental, escapan cada día más mexicanos, es decir, dejan de creer en lo que ven en la televisión y creen más en lo que ven sus ojos en las calles. Y este es el verdadero temor del poder, que la gente sepa conocer la verdad por sí mismo y no a través del tamiz manipulador de los medios al servicio del mejor postor.
Pero Mancera no es un experto en medios, prueba de ello es que su popularidad se ha reducido a nada y esto lo hace cada vez más manipulable por quienes lo manejan; ante esta realidad personal, quiere sólo servir al poder desde su humilde y mediocre labor de desvío de votos.
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