Opinión

México: cuarenta años atrás

México: cuarenta años atrás
Periodismo
Octubre 20, 2016 22:07 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

Estaba próximo el fin del verano. Habíamos regresado para cursar el último año en aquella escuelita parroquial, en la cual nos enseñaron, muy bien por cierto, economía. El país enfrentaba momentos difíciles. El modelo del desarrollo estabilizador ya vivía sus estertores. Su finalización dio inicio desde finales de la década de los sesentas, pero muy pocos querían convencerse de ello. El entonces Presidente de México, Luis Echeverría Álvarez había tratado de mostrar, sin éxito, que era necesario prepararse para tiempos nuevos. En ello había contado con un aliado muy importante, uno de los tres empresarios que ha tenido México a lo largo de toda su historia, Eugenio Garza Sada. Sin embargo, casi al final del verano de 1973, manos extrañas, que no necesariamente son las que oficialmente aparecen y/o se mencionan, segaron la vida del industrial regiomontano. A partir de ahí, se recrudecería el enfrentamiento entre el sector de hombres de negocios y el gobierno mexicano. Entre los inicios de la primavera y el final del verano de 1976, todo aquello haría crisis. Retrocedamos el tiempo y vayamos hacia aquellos días.
Apenas iniciaba abril y el Presidente Echeverría denunciaba en las ocho columnas de Excélsior: ’Campañita subversiva de plutócratas y pro fascistas…’ Se refería a la reunión que semanas atrás habían tenido los hombres de negocios en el sitio que ocupara la hacienda de Chipinque (hoy cabecera del municipio de El Carmen) misma que allá por las primeras décadas del siglo XVII, Bernabé De Las Casas López había heredado a su hija Beatriz De Las Casas Navarro cuando contrajo nupcias con Diego De Villarreal Gutiérrez Del Castillo. En ese sitio, el presidente Echeverría aseguraba, se fraguaba en el siglo XX una campaña en contra de su gobierno. Las consecuencias las veríamos después.
Por esas mismas fechas, el presidente del Partido Popular Socialista (PPS), Jorge Cruickshank García, continuaba tratando de justificar el atraco que meses antes él y ese ’adalid’ de la democracia, que era el entonces presidente del PRI, Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo De La Vega, habían cometido en perjuicio de Alejandro Gascón Mercado a quien le esquilmaron la gubernatura de Nayarit a cambio de otorgarle una senaduría al líder del PPS. Pero eso era entre rufianes del presente de entonces, el pasado histórico podía aportar otras cosas.
El 5 de mayo, decidieron trasladar, del Panteón de San Fernando en la ciudad de México hacia Puebla, los restos del general coahuilense, Ignacio Zaragoza Seguín. Había trascurrido 114 años desde su fallecimiento y los encargados del traslado llegaron con una urna pequeña. Sin embargo, al abrir el féretro de zinc, encontraron el uniforme y el quepis pardos con los vivos rojos, junto con la capa del mismo material, las botas y los lentes pequeños de arillos metálicos cubriendo el esqueleto completo, mientras que la boca permanecía semiabierta, lo cual llevó al entonces secretario de gobernación, Mario Moya Palencia a expresar que parecía estar ’como lanzando el ultimo grito de victoria. ¡Hasta el tiempo respetó su figura!’
Pero eso era historia, mientras tanto José López Portillo y Pacheco continuaba su campaña presidencial sin adversario oficial. Los panistas, o mejor dicho sus dueños, no fueron capaces de ponerse de acuerdo en un candidato y optaron por no participar. Solamente, el neolonés, Valentín Campa Salazar figuraba como candidato del Partido Comunista Mexicano el cual carecía de registro reconocido legalmente. Y tras de que, el 4 de julio, López Portillo y Pacheco formalizara el triunfo en las urnas, llegamos al 31 de agosto.
El secretario de hacienda, Mario Ramón Beteta Monsalve, apareció acompañado del director del Banco de México, Ernesto Fernández Hurtado; un hasta entonces desconocido subsecretario de hacienda de nombre Miguel De La Madrid Hurtado; los subsecretarios de ingresos, Carlos Tello Macías y de investigación y ejecución fiscal, Jorge Carrillo Olea, así como el oficial mayor de la dependencia, Enrique Velasco Ibarra, junto con el subsecretario de la presidencia, Mauro Jiménez Lazcano. El anuncio no podía ser peor, tras de 22 años de paridad de 12.50 pesos por dólar, se anunciaba que la paridad fija desaparecía o para decirlo en términos crudos, el peso se devaluaba. Y eso, en aquellos tiempos equivalía a ver mancillado el honor patrio. No comprendíamos que al final de cuentas, la moneda no es sino una mercancía más que sube o baja su valor dependiendo de circunstancias diversas. Pero como íbamos a entenderlo, éramos una generación a la cual se nos hizo creer que de eso dependía el honor y la fortaleza del país y no de muchas otras cosas que lo acompañaban. Aun recordamos las discusiones que al respecto sostuvimos entonces con nuestro amigo entrañable, Luis Fernando Morfín Avilés.
En aquellos momentos, la gran mayoría sentía que el sueño mexicano quedaba hecho trizas. Nadie escuchaba las causas oficiales que se argumentaban. Entre ellas estaban la magnitud del déficit de la balanza de pagos; el deterioro en la situación competitiva de los productos nacionales y la dificultad para lograr colocar en el exterior productos mexicanos lo cual restringía el ingreso de divisas y obligaba a recurrir al endeudamiento externo. Para junio de ese año, la deuda del sector público era de 13 mil millones de dólares, a final del año totalizaba 19.6 miles de millones de dólares, y una balanza comercial deficitaria en 42 mil millones de pesos. En el anuncio oficial, se indicó que aquello era una flotación regulada, en la cual el Banco de México actuaria para moderar los movimientos especulativos o erráticos. Sin embargo, eso en nada tranquilizó al ciudadano común para quien aquello simplemente significaría, especulación de las mercancías y el consiguiente incremento de precios. Algunos, sin mayor calculo, simplemente demandaban un incremento de salarios como si con ello se fuera a terminar la pérdida de poder adquisitivo, cuando en realidad lo único que iba a generar era intensificar una carrera precios-salarios, al final del año la infacion fue de 27,2 por ciento, que nunca ha llevado a nada bueno, nadie hablaba de incrementar productividad, pues sabemos que eso no se logra en el corto plazo y requiere de muchas otras circunstancias más allá que buenos deseos. El pronóstico entre la gente de a pie era que al final del año, la paridad rondaría los 20 pesos por dólar, acabo en 22. Nuestra perspectiva entonces, y hoy más refirmada que nunca, con respecto a la medida anunciada fue que era necesaria, pero se tomó muy tarde. Eso debió de ocurrir desde 1971, cuando los EUA decidieron poner fin a la convertibilidad del dólar en oro o la terminación del Acuerdo de Bretton Woods. Sin embargo, el Presidente Echeverría actuó más con criterio político y temió que adoptar tal medida provocara una hecatombe. Sin embargo, retrasar la medida en nada ayudó. Al final, todo era incertidumbre y al día siguiente del anuncio de la ’flotación regulada’ era la fecha del último informe presidencial.
Como si nada hubiese sucedido, las calles fueron llenadas para vitorear al presidente en su paso rumbo a la Cámara de Diputados entonces ubicada en el recinto de Donceles. Ahí, con Heladio Ramírez López (en el futuro seria gobernador de Oaxaca) a la derecha y con José De Las Fuentes Rodríguez (quien años después gobernaría Coahuila), el Presidente Echeverría procedió a dar su informe justiciando la medida tomada. Entre los asistentes, pocos tenían cara de preocupación. Sentado en un palco, el presidente electo estaba acompañado, todos muy sonrientes, a la derecha, por el aun no infectado de ‘democratitis,’ Muñoz Ledo y Julio Rodolfo Moctezuma Cid; a la izquierda del futuro tlatoani aparecían Rodolfo Echeverría Ruiz y Enrique Olivares Santana. En la fila de adelante se aprecia a Silvia Hernández, muy seria, Eduardo Andrade Sánchez, buscando quien sabe que, y con gesto adusto, igual postura tenía en otra toma, (sería porque él sí comprendía lo que pasaba) Eliseo Mendoza Berrueto (un gobernante estatal del porvenir en Coahuila). Y tras del ritual acostumbrado en aquellos tiempos, vendrían tres meses que los miembros de nuestra generación no habíamos vivido nunca.
A la par en el mundo aconteció un hecho, en China Mao Tse Tung fallecía el 9 de septiembre y en ese instante dicha nación daba inicio a nueva etapa, cruenta, que finalmente la llevaría a convertirse en una superpotencia una vez que hicieron las modificaciones requeridas a su modelo económico y político. Mientras tanto, aquí en nuestro país, el enfrentamiento entre el Presidente Echeverría Álvarez y el sector privado se recrudecía. La razón se fue de paseo y la ola de rumores no dejaba sin tocar ningún sitio del territorio nacional. Que si Echeverría buscaba dar un autogolpe, que si el ejército estaba cansado de tanta barbaridad y que tomaría el poder, que si confiscarían los bienes de todos, etc. Para acabarla de fastidiar, aun nos pegaba la tontería del voto relacionado con el sionismo, el activismo internacional del presidente quien con su Carta de Derechos y Deberes Económicos de las Naciones quería cambiar el mundo y convertirse en secretario general de la ONU, dos días antes de abandonar el cargo fue postulado para tal fin. En lo interno, las huestes de Augusto Gómez Villanueva, lideradas por Félix Barra García, Humberto Serrano Pérez y una cauda de redentores agraristas falsos sembraban la incertidumbre en el campo mexicano. Los enfrentamientos con los agricultores de Sonora fueron épicos y funestos para la producción y la confianza.
El 19 de noviembre en Villahermosa, el Presidente Echeverría afirmaba que ’los rumores sólo consiguieron llevar zozobra a los hogares…Nada más absurdo que un golpe.’ Ello, decía, ’lastimó al sistema bancario nacional…’ Más tarde, un par de días antes de dejar el cargo, Echeverría aseguraría que ’la infraestructura del mañana vale el precio que pago hoy.’ Aceptaría que sus objetivos mayores no se habían cumplido, pero negó haber engañado a nadie. Sin embargo, sus palabras no convencían a la gran mayoría, su figura quedaba desprestigiada, algunos miembros del sector privado, políticos e intelectuales quienes años atrás zalameramente se trepaban a los ’aviones de redilas,’ con cargo al erario, ahora eran críticos acérrimos, mientras acusaban de despilfarro y todo lo que al momento se les ocurría. A pesar de todo ello, en lo personal nunca compramos la rumorología y vaya que era difícil mantener dicha postura. La situación del país no era bonancible, la paridad llegó a rebasar los 24 pesos por un dólar y los precios se elevaban. Sin embargo, los instrumentos del estado mexicano moderno, creado por el estadista Plutarco Elías Calles, mostraron que a pesar de todo era factible superar las dificultades y efectuar una transmisión del mando de manera pacífica.
Llegó el 1 de diciembre y nos sentamos frente al televisor para ver y escuchar el arribo de Quetzalcóatl redimido en la figura de López Portillo. Aquello actuó como un bálsamo en la mayoría de la población. Un discurso bien construido y transmitido con voz convincente, según ellos, les hizo creer que la solución había llegado. A nosotros, quienes nunca fuimos partidarios del recién ungido, aquello nos sonó a demagogia y llegamos a comentarlo. Obviamente, no ganamos simpatía alguna. Sin embargo, desafortunadamente, a pesar del espejismo petrolero, el tiempo nos dio la razón, el gobernante José López Portillo y Pacheco quedaba muy atrás del hombre culto y buen discurseador. En ese entorno daba inicio el último mes de año. El modelo del desarrollo estabilizador ya no daba para más, pero una transfusión a base de petróleo lo hizo sobrevivir por un tiempo más. Después de todo, quienes habían obtenido beneficios de la implantación de aquel modelo no querían comprender lo que vendría. Cuando el Grupo Alfa, el emblema regiomontano, fue víctima de la ineficiencia e ineficacia, el gobierno lopezportillista lo salvó con recursos públicos. De nada le valdría, cuando la crisis llegó no tuvo la reciprocidad de sus rescatados. Tal vez entonces el mandatario mexicano haya comprendido porque su antecesor insistía, años antes, en que era la hora de modificar el modelo. El intento echeverrista por insertarnos en el porvenir fracasó. Los intereses económicos del rentismo fueron más fuertes que la visión del futuro. A ello, no podemos dejar de reconocerlo, debemos aunar que el propio presidente contribuyó a fomentar la problemática con una serie de acciones erróneas en el entorno externo y en la política doméstica. Hace cuarenta años pudimos habernos preparado para lo que venía, pero las clases dirigentes, todas, estaban más preocupadas por ver como conservaban lo que tanto les había redituado, sin percatarse de que no vivíamos en una ínsula.
Jamás imaginamos que aquella crisis económica del país, la primera que atestiguábamos en nuestra vida, resultaría cosa de niños comparada con las otras por venir. Atestiguábamos, sin percatarnos del todo, el final de los días de un México que ahí quedó, que ya no existe. De eso ya han pasado cuatro décadas y a las nuevas generaciones les es totalmente distante. Sin embargo, nunca está por demás recordar que hace más de cuarenta años pudimos haber tomado medidas para insertarnos en el porvenir con éxito pleno, pero optamos por tratar de preservar algo que no iba a ninguna parte sino se le instrumentaban cambios profundos. Pero, eso es historia… vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) No podían permitirlo. Como que pensar en darle la Medalla Belisario Domínguez a un ciudadano simple, Gonzalo Rivas Cámara, cuyo mérito único fue sacrificar su vida en aras de salvar la de miles de personas y exhibir la bestialidad de una parvada de delincuentes convertidos en héroes por sujetos de igual catadura. Se imaginan que pensaría la ’gente decente,’ que aun cuando no lo crean todavía la hay en este país. Ante ello, proponen a un producto de celuloide: González Iñárritu. ¿En verdad creen que los Oscares son reconocimiento al arte? Pero como seremos pen…santes, se nos olvidaba que él pertenece a la izquierda ’nice,’ aparte de que es políticamente correcto. Y eso, en nuestro país, vale más que cualquier sacrificio humano en aras de proteger a sus compatriotas, especialmente si quien hace esto último no se mueve en los triángulos del ’yo te alabo, tú lo ensalzas, él me exalta.’ Recordémoslo.
Añadido (2) En los tiempos del Presidente Echeverría Álvarez, en 1975, buscando quedar bien con Arafat y la OLP, se cometió la estupidez de votar en favor de aceptar que el Sionismo era racismo. De nada valió enviar después al Canciller Emilio Óscar Rabasa Mishkin a ofrecer justificaciones, para posteriormente correrlo, la barrabasada ya estaba ejecutada. Hoy, cuando la diplomacia mexicana vive sus momentos más pobres, México votó en contra de reconocer los derechos del pueblo judío sobre la preservación del patrimonio cultural y religioso en el Jerusalén Oriental. Cuando se dieron cuenta de la ’tontejada,’ anunciaron que largaban al representante de nuestro país ante la UNESCO, Andrés Roemer Slomianski, y tibiamente informaron que México cambiaría el sentido del voto por una abstención, lo cual finalmente les fue rechazado. Ellos creen que, con un ’usted disculpe,’ todo está zanjado y no se les aparecerá el fantasma de 1975-76. Sin embargo, debemos recordarles que dicho espectro no ha dejado de manifestársenos desde entonces de manera periódica. Ya sabemos que historia no conocen. Sin embargo, como son muy religiosos, sería conveniente que nuestros dirigentes empezaran a rezar la Novena de su predilección.

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