Armando Fuentes Aguirre
Mucho aprendí en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, pero creo que he aprendido más resolviendo los crucigramas de R. Charles.
Eso de resolver crucigramas no es mero entretenimiento. Es quehacer de personas que algo saben y quieren saber más. Los crucigramas, dice un querido amigo, son diccionarios al revés.
Cuando al inicio de la Segunda Guerra los ingleses emprendieron la labor de descifrar el Código Enigma, la críptica criptografía de los alemanes, llamaron para hacer la tarea, entre otros, a expertos y expertas en resolver los crucigramas del London Times. El día en que junto con matemáticos, ajedrecistas y peritos en computación rompieron finalmente ese código –con lo cual se ganó la mitad de la guerra contra Hitler– eso fue para ellos como haber resuelto un crucigrama un poco más difícil que los del periódico londinense.
Doy las gracias a R. Charles por su cotidiana cátedra. Sus crucigramas, a más de doctos e instructivos, son elegantes. El día que resuelvo uno completo siento lo mismo que debió sentir Edmund Hillary cuando conquistó el Everest.
¡Hasta mañana!...
