Presente lo tengo yo

Mis versos en tu álbum

Mis versos en tu álbum
Periodismo
Agosto 24, 2020 14:41 hrs.
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Armando Fuentes Aguirre ’Catón’ › guerrerohabla.com

Don Jacobo M. Aguirre, poeta con nombre de calle, era un fácil versificador, sino un gran poeta. Vivió a finales del antepasado siglo y en los comienzos del pasado, y dejó memoria de sí por sus versos, y también porque andaba siempre poseído por los espíritus del vino. Hablo de su vida, y no de su muerte.

Obran en mi poder –así se decía antes- muestras inéditas de la inspiración de don Jacobo. Tengo una ’Oda al Ateneo Fuente’, escrita de su mano, y un precioso álbum forrado con terciopelo azul en el cual la señorita Refugio Berlanga, hermana de aquel tremendo señor que fue don Tomás Berlanga (nacido, por cierto, en el Potrero de Ábrego), recogió muestras del numen de los poetas locales. Entre ellos destaca don Jacobo, quien escribió en esas páginas un poema que empieza con la siguiente sonorosa estrofa:

¿Mis versos en tu álbum? ¡Oh, Cuca, qué gloria!

Si tú los repites después de memoria

serán armoniosos, y dulces serán.

Aquí están mis versos; a ti los entrego.

Son plantas queridas y hermosas que riego

donde ahora tus plantas posándose están.

Hombre de grandes ocurrencias era don Jacobo M. Aguirre. Cierto día iba caminando por la calle de Juárez cuando al querer atravesar la de Santiago -que ahora se llama de General Cepeda- tropezó en un bache y cayó cuan largo era en el lodoso suelo. Se puso en pie penosamente, pues el dios Baco lo hacía vacilar, y dio voz a una cuarteta que improvisó ahí mismo y que recitó con su potente voz:



Siendo presidente Díaz,

y gobernador De Valle,

primero empedran el cielo

que esta maldita calle.



La gente que había visto caer a don Jacobo celebró con grandes risotadas su improvisación, y aun algunos aplaudieron la salida del ingenioso repentista, pues además sus versos llevaban intención política. En ellos se mencionaba a don Porfirio Díaz, presidente de la República, y a don Jesús de Valle, gobernador del Estado.

Tierra de poetas ha sido siempre nuestra tierra. De ellos ha habido siempre cosecha abundantísima. También de poetisas, aunque a ellas no les gusta que se les llame así, ’poetisas’, sino también poetas. La Real Academia de la Lengua obsequió ese deseo, y se rindió a la demanda femenina. ¿Quién no se rinde a una demanda de mujer? Salvo el Papa de Roma, sus cardenales y obispos -no todos-, y sus clérigos, del Presidente de la República p’abajo todos los hombres hacemos lo que las señoras mandan, y el que lo niegue es porque no tiene mujer o porque es un redomado mentiroso. Se rindió la Academia, digo. Antes sustentaba la tesis de que la palabra ’poeta’ era exclusivamente de género masculino, con su femenino ’poetisa’. Ahora atribuye a ese sustantivo el género común, de modo que ’poeta’ puede ser tanto hombre como mujer. Y puntos intermedios, claro. Conserva el lexicón de la Academia el femenino ’poetisa’, pero me temo que pasará de moda, y dentro de algunos años será considerado arcaísmo. He aquí una más de las conquistas de las mujeres de este tiempo.

A Churchill alguien le preguntó una vez:

-¿Qué piensa usted, sir Winston, de la afirmación que se hace en el sentido de que las mujeres dominarán en el siglo veintiuno?

Respondió Churchill con expresión de asombro:

-¿También en ese siglo dominará?

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