Opinión

¡No me crea tan aguacate!

¡No me crea tan aguacate!
Periodismo
Abril 12, 2018 17:33 hrs.
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Por: Guillermo Zuluaga › guerrerohabla.com

Tiene el sabor de la nostalgia y el olor del futuro. Se trata del aguacate, uno de los productos de nuestro campo más apreciados por los sentidos y al cual le hemos acomodado los más exultantes adjetivos.

El aguacate hace parte de nuestra cultura: obligado complemento en nuestras comidas, también se encuentra en las páginas de cuentos, novelas, poesías, cantos y en el lenguaje cotidiano. ’¡No me creas tan aguacate!’ es, por ejemplo, una expresión para significar que no somos tontos. Ya las redes sociales le hacen tanto culto como se lo hacen a las empanadas. Pocos en las redes osan tocar uno de estos productos tan amados por la mayoría.

Al hablar de aguacate se evocan los momentos de cuando esa fruta llegó a nuestras vidas por vez primera presentada por una madre o una abuela generosa que exageraba —creía uno— que el aguacate era tan nutritivo que ’reemplazaba la carne’. Eso decía y obviamente no había muchos argumentos para discutir, pues además el sabor era agradable y no exigía muchas justificaciones en esos primeros platos de nuestra niñez, en que esta fruta verdosa, de textura sedosa, adobaba un plato de arroz, unos fríjoles, una sopa.

Podría pensarse que aquello de ser sucedáneo de la carne era una forma de evadir la pobreza que no posibilitaba mejores viandas. Pero con los años se descubría que las abuelas y madres, quirománticas de cocinas, siempre tienen razón; esa fruta de suaves tejidos que se derrite en la boca mostraría que su esencia era más que delicia al paladar: el aguacate es, además, un fruto rico en grasas vegetales y calorías. Dicen que su consumo proporciona al menos cuatro vitaminas; 100 gramos de aguacate hass, por ejemplo, brinda las calorías suficientes para correr durante 15 minutos; además de ello, proporciona minerales y propiedades antioxidantes, razón más que suficiente para que muchos acomplejados ’peterpanes’ corrieran a buscarla. Bueno, sin pecar de machista, aquello de su traducción del náhuatl, aguacate = testículo, ayudaría a entender las potencialidades de este fruto originario de México.

Pero si comerlo es delicioso y enriquecedor, cultivarlo también tiene ventajas. Su árbol es un aliado en lo ambiental: sus frondosas ramas y hojas anchas contribuyen a la conservación de los suelos, pues los protegen, en la medida en que su cultivo puede lograrse incluso sólo con abonos orgánicos; el árbol del aguacate captura gas carbónico y ayuda a proteger cuencas hídricas.

También, en tanto un árbol de amplio follaje, da mucha sombra y previene la erosión en cuanto sus hojas amortiguan la caída de aguas lluvias directas al piso.

Sus ganancias también son sociales. Colombia produce unos 32 millones de kilos, de los cuales el 70 % es para exportación, y genera 7.000 empleos directos en el proceso de cosecha y tantos otros indirectos en la recolección y comercialización, que es de unas cuatro veces más.

El aguacate es un culto a la paciencia. Si bien hay que esperar unos cuatro años para que empiece a producir, sus costos son bajos: $150.000 aproximadamente vale ponerlo a producir y no requiere demasiada mano de obra: un solo empleado puede atender tres hectáreas: 280 árboles. Al optimizar su mano de obra se hace rentable.

La inversión se recupera a los ocho años, más o menos. Al cabo, un árbol produce 100 kilos aproximadamente al año. Quedándoles unos 20 a 22 años al cabo de los cuales se puede soquear y al año siguiente vuelve y cosecha.

El aguacate es considerado el cultivo del futuro. Llámense aguacates, ahocates, avocados; ya con azúcar caramelizado, como en Brasil; ya con sal y pimienta, como en la mayoría de países. Ya en guacamole o en jugo cortado con limón, su sabor y textura cada vez conquista nuevos paladares. Además del mercado norteamericano, que ya les abrió las puertas a nuestros frutos colombianos, en 2017 ingresó a Emiratos Árabes Unidos y a Hong Kong. En 2017 la producción aumentó en más de un 50 % con relación al 2016. El reto de este 2018 es la China, donde lo esperan la friolera de más de mil millones de consumidores.

Y sin embargo, pese a todos estos atributos y posibilidades, recientemente un candidato a la Presidencia se ’mofó’ de este potencial producto colombiano. ¡No me crean tan aguacate! Debió ser que el duquecito no probó mucho aguacate en su niñez. A él valdría recordarle este verso del mexicano Lufloro Panadero: ’Puedo quedarme sin voz / sin amor y sin petate / sin respuestas y sin Dios / pero no sin aguacate’.

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