Lectura política
Noé Mondragón Norato
En las vertientes del caos y la desesperación por episodios que generan ingobernabilidad, algunas autoridades cometen sandeces. Verdaderas aberraciones lingüísticas al intentar defender lo indefendible que entraña de fondo, su propia legitimidad dañada por la ausencia de operación y de resultados tangibles. Varios episodios han marcado este tipo de resbalones dentro de la política guerrerense. Uno fue visible: cuando el ex gobernador perredista Zeferino Torreblanca Galindo, asumió tajante el 9 de agosto de 2005, cumpliendo cuatro meses de iniciado su gobierno: ’no puedo con el narco’. Desde el centro del país, varios actores opositores y del propio PRD, demandaron que, si no podía, renunciara al gobierno estatal. Una petición que por supuesto, Zeferino no estaba dispuesto a cumplir. Se limitó a rectificar su postura un día después de cometido ese garrafal error: ’solo no puedo contra el narco’. Pero ya las llamaradas de la polémica anunciaban el fracaso anticipado de la primera alternancia perredista en el gobierno de Guerrero. Tal y como ocurrió. La historia se repite.
ANALFABETISMO FUNCIONAL QUE SIGUE. – Si se mira bien, el gobierno estatal y los municipales de Acapulco y Chilpancingo, están rodeados de una apretada burbuja de seguridad que les impide ver el crecimiento exponencial del fenómeno de la violencia. Hacen cómo que no ven ni escuchan. Y en ese inter, cometen errores que remiten a repeticiones absurdas. 1.- La diputada local del Morena, Estrella de la Paz Bernal, proyectó el déficit educativo real que se padece en Guerrero: una profesionista con grado de ’doctorado’ leyendo a la vista y oídos de todos, peor que niña de segundo de primaria. El analfabetismo funcional gozando los beneficios de los presupuestos públicos. No pasó nada. A los potentes resquemores de las llamas mediáticas, la fracción legislativa del Morena justificó la aberración. Y le entró acomedido, en defensa de la propia legisladora morenista, el coordinador de los diputados del PRI, Héctor Apreza Patrón, reconociendo sus propias limitaciones: ’urgen cursos de capacitación a los diputados’, dijo orondo y extasiado. Con ello, no solo admitió la pobreza de recursos humanos con que cuenta la actual legislatura local —y que quiso reivindicar el diputado morenista y ex perredista Joaquín Badillo, al pretender dictar cátedra desde tribuna a sus compañeros legisladores, provocando la ira del perredista Bernardo Ortega, con quien se enfrascó en una discusión tan vana y risible, como estéril—, sino que tenemos representantes populares que no garantizan ningún aporte en materia de reformas a las leyes rezagadas. 2.- A la violencia desbordada de los últimos días en la capital, la alcaldesa morenista Norma Otilia Hernández Martínez, respondió en términos similares a los de su compañera de partido, Estrella de la Paz: hablando sin tener conocimiento del marco legal que está obligada a cumplir. Evadiendo asumir su responsabilidad. Y renunciando literal, a su papel como autoridad: ’la seguridad no depende de las instituciones, la seguridad depende también de la sociedad’. Si la seguridad no dependiera de las instituciones, entonces no tendría caso que de los presupuestos públicos se les pagara a los policías municipales. Si la seguridad no dependiera de las instituciones, no tendría caso seguir la normatividad establecida en la Ley Orgánica del Municipio Libre. Mucho menos el Bando de Policía y Buen Gobierno. Si la seguridad no dependiera de las instituciones, entonces sería la anarquía la que mandara y se impusiera —lo hace de facto—; si la seguridad no dependiera de las instituciones, ¿qué papel juega entonces la división de poderes? ¿Para qué sirven los poderes públicos si no son garantía constitucional para brindar seguridad en su tranquilidad y sus bienes, a los ciudadanos? La salida más fácil para ahorrar dinero destinado a la seguridad pública, es involucrando a la sociedad en tareas que no le corresponden, pues se entiende que para eso paga sus impuestos. ¿Acaso está invocando y dando luz verde a la intromisión de las policías comunitarias en Chilpancingo? ¿O quiere que los ciudadanos se defiendan con sus propias armas apelando a la Ley de la selva? ¿Qué le está pasando a la alcaldesa para asumir semejantes disparates?
HOJEADAS DE PÁGINAS…Por enésima ocasión, el obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, puso el dedo en la llaga a fin de explicar la violencia de las últimas semanas en la capital: ’un grupo delictivo entró con el apoyo del gobierno saliente —el de Héctor Astudillo— y las nuevas autoridades —de Evelyn Salgado—, no saben cómo controlarlos, cómo sacarlos o no saben cómo meter orden. Yo estoy seguro de que, con bailes, fiestas y danzas, Chilpancingo no alcanzará la paz’.