Texcoco, Edoméx.- Hace muchos años Estados Unidos se convirtió en la tierra de las promesas, inclusive California tuvo una bonanza súbita con aquello de la fiebre del oro.

Fue un fenómeno social ocurrido en Estados Unidos entre 1848 y 1855. Su principal característica: la enorme cantidad de inmigrantes que llegaron a las cercanías de San Francisco (California) en busca de dicho metal.

Y la fiebre del oro también atrajo decenas de miles de personas desde América Latina, Europa, Australia y Asia. Asimismo, ese delirio tuvo otros efectos: los aborígenes de la región fueron atacados y expulsados de sus tierras tradicionales. Importante fue el impacto ambiental que la minería produjo. La población nativa, estimada en 150 mil habitantes en 1845, disminuyó a menos de 30 mil personas para 1870. Los índices de criminalidad durante la fiebre del oro siempre se mantuvieron al alza.

En los días que corren, la fiebre inmobiliaria, las perspectivas de conseguir trabajo y hacer negocios durante y después de materializarse la nueva terminal aérea en Texcoco y sus alrededores han encumbrado a esta localidad como una suerte de nuevo territorio donde todo está por hacerse.

Desde el año pasado está claro que la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México cambiará la manera en que se interconecta la zona conurbada, además de promover un reordenamiento urbano en el Valle de México.

De manera soterrada, poco a poco, el gobierno federal instrumentó una estrategia distinta a la que se pretendió en el 2000: ya no fue necesario comprar la tierra. El gobierno federal fue consolidando lo que tenía de tierra, y simplemente hizo el proyecto y lo diseñó dentro de lo que ya era suyo. Sin embargo, compraron cerca de 750 hectáreas en Atenco. La justificación: para que no se construya ningún tipo de obra y se quede como reserva ecológica.

En 2008 la Conagua presentó el Programa Parque Ecológico Lago de Texcoco (PELT) que planteó incrementar la superficie del suelo con remediación y el rescate de suelos erosionados para mitigar el problema de las tolvaneras y disminuir los daños a la salud, así como consolidar la mayor reserva ecológica y ambiental de la zona metropolitana de la Ciudad de México y crear un espacio público para realizar actividades recreativas y deportivas en la zona oriente del Valle de México.

Para cumplir este objetivo se justificó la necesidad de adquirir predios, así como construir 40 kilómetros de caminos para el acceso a la zona de mitigación prevista. La Conagua planteó una superficie total de 3 mil 200 hectáreas, de las cuales 2 mil 500 serían adquiridas en los municipios de Atenco, Texcoco, Chimalhuacán. Nezahualcóyotl y Ecatepec.

Entre 2008 y septiembre de 2012, la Conagua adquirió 897 predios, de los cuales 663 se encontraban para 2012 pagados y escriturados y los 234 restantes estaban en proceso de pago.

Mientras tanto, ya se han destinado –según reportes periodísticos- los primeros 16 mil mdp para nuevo aeropuerto

La bolsa está dividida en dos dependencias: 10 mil 371 millones de pesos en la SCT para la etapa de infraestructura y cinco mil 847 millones de pesos para la Conagua

El Presupuesto de Egresos de la Federación contempla una partida especial de 16 mil 219 millones de pesos para la construcción de la primera etapa del nuevo aeropuerto de la ciudad de México para el 2015.

En la inmediatez Conagua trabaja ya para las obras que asegurarán la sustentabilidad en el drenaje, agua potable, y previsiones contra inundaciones en este nuevo complejo.

Recuérdese que Enrique Peña Nieto anunció la construcción de la nueva terminal aérea de la ciudad de México, que se realizará sobre cuatro mil 430 hectáreas federales que se ubican en la zona contigua al actual aeropuerto; tendrá un costo estimado de 120 mil millones de pesos, y generará en su construcción unos 160 mil empleos directos e indirectos y 600 mil al entrar en operación.

La obra partirá del proyecto desarrollado por el arquitecto británico Norman Foster, asociado con el arquitecto Fernando Romero Havaux, yerno de Carlos Slim.

La súbita prosperidad que le espera a Texcoco y sus alrededores se manifiesta en forma contrastante: las rentas de vivienda se hacen, comúnmente, en dólares, y su cotización es similar a colonias de clase media del Distrito Federal.

Comer en Texcoco, fuera de casa, es una experiencia de singular gasto. Los antojitos típicos solo se consiguen en los mercados públicos y en ciertas comunidades cercanas, a precios accesibles.

Las cocinas económicas promedian 40 pesos como tarifa mínima la comida del día. Actualmente, lo normal es pagar entre 60 y 70 pesos por ello.

Desde hace 10 años se han establecido las principales firmas internacionales de comida rápida en la región. De igual manera, las cadenas de restaurantes típicos de clase media también están al alza. De las tiendas departamentales y Plazas Comerciales sucede un fenómeno similar. Hace menos de un mes se inauguró una sucursal más de Fábricas de Francia (Puerto de Liverpool).

Y mientras tanto, tal parece que las autoridades municipales están consideradas como “los convidados de piedra”.

Con las modificaciones que se le han hecho al art. 115 constitucional ahora los municipios del rumbo sólo pueden otorgar licencias de uso de suelo para casas habitación, pero los grandes intereses económicos los controlará el gobierno estatal y federal. La especulación inmobiliaria está en proceso.

Aquí es donde la “invasión silenciosa” de gente de fuera viene de varios años atrás. Se agudiza la escasez de vivienda. Se multiplican las ofertas esporádicas de casas-habitación no propiamente de carácter social, sino más bien para personas con notorio poder adquisitivo. Solo en las comunidades se mantiene un riguroso control en la venta de terrenos o posibles brotes de fraccionamientos a través de los usos y costumbres.

Los principales problemas sociales en la zona están ligados a la inseguridad pública, la prestación de eficaces servicios municipales y, en especial, la dotación de agua.

Y sin embargo, el crecimiento urbano va en proceso.

Por su parte, el rostro de bonanza lo han dado los propios beneficiarios directos de esa construcción: El Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que comenzará a ser construido en el primer semestre de 2016, estimulará el empleo y la industria mexicana de la construcción, ha declarado el arquitecto británico Norman Foster.

Luego de una presentación en el Instituto Real de Arquitectos Británicos (RIBA, por su sigla en inglés), Foster aseguró a Notimex que en la etapa preparatoria del proyecto “ya están trabajando con la industria local”.

“Creo que es un proyecto enormemente ambicioso, porque creo que tenemos el deber de ser ambiciosos en nombre de México y de la Ciudad de México”, aseguró el autor de los vanguardistas aeropuertos de Hong Kong y Beijing.

El equipo de Foster + Partners, en colaboración con el arquitecto mexicano Fernando Romero creará la obra de infraestructura que pretende instituirse como una escultura del paisaje natural de Texcoco, en el Estado de México.

La participación del arquitecto Norman Foster en el diseño del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México estimuló al sector empresarial inglés para incrementar su presencia en Texcoco.

Directivos de 22 empresas del Reino Unido, dedicadas a la tecnología y servicios en terminales aéreas, llegaron hace poco a México.

Duncan Taylor, embajador británico ha dicho que además de poder participar en la integración del plan maestro que guíe la construcción de la terminal aérea, se busca que las firmas tengan acercamientos con empresas locales de consultoría de ingeniería, infraestructura y temas de seguridad, con las cuales podían establecer alianzas que ellos lideren con su experiencia en dichos temas.

El diplomático recordó que en Inglaterra se encuentra uno de los mejores aeropuertos del mundo, Heathrow, que es un importante punto de conexión aérea en Europa y que ha destacado en términos de explotación de las áreas comerciales, que representa una parte fundamental en los negocios y servicios a los usuarios de la aviación.

“Hemos tenido mucho éxito desarrollando los espacios comerciales en las terminales que generan muchos dinero, lo que se refleja en la reducción de los costos para los pasajeros y las aerolíneas. Somos de lo mejor en ese tipo de asesoría y queremos compartir nuestra experiencia”, agregó.

Es tiempo de definiciones: las autoridades municipales por venir necesitan hacer suyo el clamor generalizado de que esta discutible bendición económica y de modernidad y ganancia para todos se haga efectiva, a plenitud.

Quienes van a invertir y después a llevarse sus ganancias ya están aquí en Texcoco.

Quienes se han trepado a la fiebre de la bonanza texcocana están por llegar en tumulto. Más inversionistas y mucha fuerza de trabajo y también representantes de múltiples negocios fast track y servicios indispensables.

Qué bonita es la buena vida, pero qué cara es, decía Tin-Tan en una de sus películas.

Aplica el dicho para el caso de los cientos de miles de “convidados de piedra” que miran fascinados como le cambia el rostro a Texcoco y municipios vecinos.