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08 febrero, 2020
En un discurso dedicado a formar la conciencia con respecto al voto, el obispo Robert J. McElroy de San Diego ha asegurado que el ’cambio climático’ podría ser considerado ’preeminente’ en la doctrina social católica ya que los muertos causados por un aumento de la temperatura debido a la acción humana serían más numerosos que los provocados por el aborto legal ’y amenaza el futuro mismo de la humanidad’.
Es cierto que todos los aspirantes a la candidatura demócrata a la Presidencia de Estados Unidos son hasta los últimos decididos partidarios del aborto, incluso a la macabra práctica del llamado ‘nacimiento parcial’. Pero sería preferible para un católico votar a cualquiera de ellos antes que a Donald Trump, porque este último abandonó los acuerdos de París para la reducción de emisiones.
Algo así es lo que viene a sugerir el muy progresista obispo de San Diego en una alocución titulada ‘Conciencia, Candidatos y Disciplina de Voto’.
’Con frecuencia, en los debates sobre la aplicación de la doctrina social católica al voto, se ha suscitado la cuestión si hay una única cuestión entre todas que deba ser prioritaria para los creyentes en el actual ciclo electoral’, ha dicho McElroy. ’Algunos han caracterizado de esa forma el aborto. Otros, el cambio climático. La cuestión merece un escrutinio en mayor profundidad’.
Veamos. La idea, suponemos, es comparar la adhesión de Estados Unidos a un acuerdo que puede o no ser eficaz, para impedir la subida de la temperatura media del planeta en un grado a lo largo de un siglo, según unos cálculos proyectados en modelos informáticos discutidos y discutibles, e impedir un calentamiento medio de un planeta cuyo clima lleva cambiando desde que apareció, y que podría ser, a la larga, perjudicial o beneficioso para la humanidad (el Óptimo Medieval, por ejemplo, multiplicó la población de Europa); con la aceptación de que los médicos puedan matar a los niños en el vientre de sus madres a petición de estas.
¿Cuántas víctimas lleva el Cambio Climático? Es imposible de aseverar con algo parecido a la honestidad intelectual, porque no conocemos la alternativa, ni qué fenómenos concretos responden a ese cambio o a circunstancias normalmente anómalas. Pero las víctimas del aborto, en cambio, están clarísimas: en Estados Unidos, sesenta millones desde que se proclamó ‘derecho constitucional’ en 1972, más que toda la población española. Directamente, sobre la mesa de un quirófano, con ese fin concreto.
El juego de manos intelectual que trata de hacer McElroy aquí es conocido en Estados Unidos como la Teoría de la Túnica Inconsútil, elaborada por ese ‘padre del modernismo episcopal’ que fuera el difunto cardenal Bernardin, Arzobispo de Chicago. La teoría es que, al valorar la decisión del voto a la luz de la fe, uno no debe centrarse en un tema, por obvio que parezca, sino en el conjunto, en la concepción global de la sociedad que expresa cada opción política.
En la práctica, esa teoría se convirtió en una maravillosa excusa para que el episcopado católico americano, abrumadoramente demócrata, pudiera seguir aconsejando votar a un partido cada vez más monolíticamente abortista. Los bloques étnicamente católicos de Estados Unidos -irlandeses, polacos y, ahora, hispanos- eran ya votantes tradicionales del Partido Demócrata.
Por otra parte, si un prelado tiene ambiciones de seguir subiendo en el escalafón, ¿qué camino debería tomar en esto, enfatizar un asunto del que el Santo Padre ha dicho que no debe ’obsesionarnos’, o uno que, de hecho, obsesiona al Santo Padre?
