De políticas y cosas peor

Palomero, de Palomas (II)

Palomero, de Palomas (II)
Periodismo
Diciembre 01, 2020 19:45 hrs.
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Armando Fuentes Aguirre ’Catón’ › guerrerohabla.com

Don Antonio Dávila, alcalde de Arteaga en tiempos del siglo antepasado, le pidió a un sujeto apodado El Moyote, recaudador de impuestos, que fuera el orador oficial en la ceremonia del 5 de mayo. En la plaza, frente al recinto de la Presidencia, se había levantado un monumento con las efigies de Hidalgo, Morelos, Zaragoza y Juárez. Tras los honores a la bandera se oyeron las consabidas recitaciones de los niños, y luego subió a la tribuna, de negro frac vestido, engominada la hirsuta cabellera, aquel cobrón Moyote.

’Vengo a este tapanco así de fraque -prorrumpió con magnílocuo acento- debido a las consideraciones que me tiene mi compadre, el licenciado Mariano Sánchez, y mi comadre Juanita, que presentes están. Él me prestó su fraque y la comadre me lo planchó, de lo cual doy muchas gracias. Presente estoy también ante estos grandes señores, encopetadas damas y hermosa juventud que apenas está empezando a jilotear.

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’No hablo tan bien como don Jesús Cárdenas, el pico más largo de la Villa, pero saludo a esta caterva de libertadores que tengo delante en efigie: el señor Cura Hidalgo, hombre bueno y bastante servicial, y don José María Morelos. Basta que sean ministros de la Iglesia para que yo los respete. Recibieron de Dios el poder de traer la justicia a la tierra, y de parte de ellos he recibido yo la encomienda de repartirla en todos los cañones de la sierra, desde El Tunal hasta El Huachichil. Mucho se los agradezco.

’Este otro señor del caballito es el General Zaragoza. Con él se dieron tres sentones los franchutes. Se me figura este glorioso general el Apóstol Santiago, que dicen los Evangelios era el mejor de todos los apóstoles pa’l jaripeo y la mangana.

’Pero más p’acá está otro que se agazapa entre la gloriosa gavilla pa’ que yo no lo mire. Sí lo miro, y muy bien, pues revuelto entre estos honorables héroes parece mosca en leche. Es este indio manducas, fiel retrato de Barrabás, más negro que la sombra y más diablo que el propio Lucifer. ¿Quién? ¡Juárez, señoras y señores; Juárez, que pretendió llevarse entre las patas los derechos divinos de la religión y de sus fueros! Fue éste el que me quiso quitar el pan de la boca, prohibiéndome cobrar como se debe las limosnas a cambio del enorme beneficio en indulgencias que derrama a manos llenas la Santa Madre Iglesia entre las gentes pa’ que se multipliquen sus ganados y cosechas.

’Pero te topaste en macizo, indio zorrón, porque ahora soy juez general de congregaciones, con derecho a alta y baja justicia en monte y llano. Y gran dolor me causa no tenerte delante en persona, como te tengo en retrato, pa’ cobrarme el agravio a garrotazo limpio, como hereje y pagano que eres, o a pedradas, pues no tengo carabina rémiton ni pistola mitihueso (quería decir Smith y Wesson).

Eso se lo digo a este Barrabás. Y a ustedes señoras y señores, juventud dorada, les digo que así como abordé la tribuna ahora la desabordo. He dicho’’.

Con sonoras carcajadas celebró la concurrencia la estrambótica participación del Moyote, quien recibió aplausos de chunga, chocarreros. Por mucho tiempo duró la memoria de aquel discurso singular. Todavía a mediados del pasado siglo oí que los arteaguenses decían al escuchar algún despropósito o sandez: ’Habló el Moyote y dijo’.

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