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Perdimos nacionalismo y patriotismo

Perdimos nacionalismo y patriotismo
Política
Noviembre 17, 2015 21:46 hrs.
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Jorge Herrera Valenzuela › diarioalmomento.com

El miércoles de la semana pasada hubo una ceremonia en el costado poniente del redondel de la Columna de la Independencia. La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística organizó el acto para recordar el 198 aniversario del fusilamiento de Xavier Mina. En el evento se observó el ritual de solemnidad correspondiente; los honores a la bandera corrieron por cuenta de tres civiles, hubo un grupo coral e intervino una orquesta. El público lo integramos cuando mucho medio centenar de ciudadanos.

Las autoridades de la Delegación Cuauhtémoc no sólo estuvieron ausentes, sino que negaron la mínima colaboración para el desarrollo de una importante ceremonia en la que se puso de relieve la vida del navarro que como militar se enfrentó a Fernando VII, cuando este rey desconoció la Constitución de Cádiz; Mina sufrió años de prisión y al recuperar su libertad decidió viajar a la Nueva España para participar al lado de los insurgentes que continuaban el movimiento iniciado por Hidalgo. Mina llegó en abril de 1817 y el 11 de noviembre del mismo año, fue fusilado en las cercanías de Penjámo, Guanajuato.

Bueno, la participación de Xavier Mina en la lucha por el México Independiente, fue muy importante y de ello comentaré en otra ocasión, basado en un excelente, detallado y profundo trabajo de investigación que realiza el joven académico Oscar González Azuela, secretario de la Academia de Historia, de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Adelanto que ese estudio, para empezar, nos revela que el nombre de Francisco se lo impusieron al español, porque él simplemente se llamó Xavier, con equis, y cuyos restos están depositados en una urna, en el Ángel de la Independencia.

Después de ese breviario cultural, resulta triste y lamentable comentar que desde el Presidente de la República, pasando por los gobernadores y el actual jefe de Gobierno del Distrito Federal, omitan en su agenda de trabajo el calendario cívico que incluye los natalicios y los aniversarios luctuosos de los personajes de nuestra historia, así como las fechas de los sucesos trascendentales. No sé si es por ignorancia o por negligencia burocrática, pero ya no se organizan los eventos a los asistían los niños de escuelas primarias, alumnos de la secundaria y hasta preparatorianos, así como representantes de los campesinos, de los obreros, de los profesionistas, de acuerdo con el personaje o suceso que eran recordados.

Baste citar que este 2015 fue declarado “Año de José María Morelos y Pavón”. ¿Usted supo si se le rindió un homenaje el 30 de septiembre, fecha de sus natalicio? ¿Los miembros del Congreso de la Unión han organizado una sesión solemne para recordar al gran patricio? ¿La Secretaría de Educación Pública o sus similares en los Estados, promovieron la difusión de las hazañas de Morelos? Espero estar equivocado y muy mal informado, a efecto de que oficialmente me desmientan, me aclaren o me envíen datos de lo que hicieron.

Por cierto que el próximo martes 22 de diciembre se cumple el centenario del artero asesinato del excomulgado cura Morelos y Pavón, consumado en el municipio de Ecatepec. Cada año, en el centro de ese poblado, se monta un escenario para el acto más político que cívico, bajo la presidencia del gobernador del Estado de México. Hoy, no será la excepción, teniendo como invitado de honor al exgobernador de la entidad y ahora Presidente de México, Enrique Peña Nieto.

Recuerdo que en el siglo pasado el Departamento del Distrito Federal cumplía con el calendario cívico. El maestro Baltazar Dromundo y el licenciado Jesús Salazar Toledano, en sus respectivas etapas como Directores de Acción Social, eran los organizadores de las ceremonias solemnes, no de actos tan desairados como el referido al principio de esta columna, al cual don Ricardo Monreal Ávila, el superamenazado Delegado en Cuauhtémoc, no envió ni siquiera a su chofer como representante.

Y todo esto, como dice el dicho popular, viene a colación, porque el que no hayan ceremonias cívicas promovidas, organizadas y hasta patrocinadas por las autoridades federales, estatales y municipales, hacen que las nuevas generaciones no entiendan que es el nacionalismo y mucho menos qué significa el patriotismo. Hacemos a un lado de nuestra vida el sentido de la mexicanidad. La impartición de los conocimientos sobre la Historia Patria, la Historia de México, está cada vez más marginada en los programas de enseñanza.

La frase más insultante, cuando menos para mí, es la que repetidamente he escuchado: “A mí para que me sirve saber de la historia, si lo que me importa es el presente”.


PREGUNTA PARA MEDITAR:

¿La Academia de Historia, de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, nos dará la sorpresa de seguir impulsando los actos cívicos, a pesar de la displicencia oficial?

jherrerav@live.com.mx
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