¿Policía?

Si el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, no dice que la policía de la Ciudad de México es la mejor del país, no lo dice nadie.
Desde los primeros días de su mandato la Secretaría de Seguridad Pública, en ese entonces al mando de Jesús Rodríguez Almeida, echa a sus esbirros a reprimir las manifestaciones de inconformidad por la elección de Enrique Peña Nieto. Los policías arremeten hasta con los lustradores de zapatos de avenida Juárez, sin que hubiera poder humano que los exonerara de formar parte de una manifestación pacífica.
Desde entonces miembros de esa corporación se han infiltrado, vestidos de civiles, en las diferentes marchas, ya sea de estudiantes, maestros o sindicalistas para fingir que se trata de una manifestación violenta o bien detener selectivamente a manifestantes. Basta buscar estos temas en internet para atestiguarlo.
Luego llega a la SSP de la capital del país, el primo del anterior una especie de robocop represivo corregido y aumentado, con los mismos métodos que su familiar.
Si la policía de la Ciudad de México es la mejor del país, nadie quisiera viajar la interior porque corre el riesgo de ser torturados, presos o simplemente levantados, prácticas también realizadas por los policías capitalinos.
Para Mancera, que todavía desconoce los valores que marcan la contingencia ambiental la policía que dirige Almeida Estrada es un modelo probado, con un Mando Único, ’una policía que responde a una sola voz y que comprueba día a día que es efectiva en su actuar’. Pero no dice contra quién.
El policía de la capital no protege al ciudadano, lo vigila para que no se convierta en un disidente social activo. Porque las encuestas definen al jefe de Gobierno como una persona antipopular, por decir lo menos.
Bien haría Mancera y Almeida en evaluar a los policías bajo su mando, tal y como lo hacen con los profesores que reprimen a ver quién iba a quedar en la corporación.
Es importante que a esos granaderos, motociclistas, y uniformados, incluso altos mandos sometan a examen antidoping, la gran mayoría son adictos y para ellos no es nada difícil conseguir la droga en las instalaciones de sus cuarteles.
La estructura de la justicia en la capital es de terror. Si alguien ha sido agredido por un ladrón y quiere levantar una demanda en alguna coordinación territorial el tiempo mínimo de esta era es de hora y media, aunque hay quienes llegan a esperar hasta cinco horas.
Destacó Mancera que en lo que lleva del actual ejercicio de gobierno se ha logrado una reducción cercana a 34 o 40 por ciento en diferentes delitos, esto totalmente cierto, porque a pesar de que aumenta la delincuencia son cada día menos las víctimas que levantan demanda simplemente porque se cansan de esperar a que el ministerio público acaba de tomar su café con leche o simplemente tenga disposición de trabajar.
La prepotencia, la agresividad y las corruptelas no pueden marcar la calidad del ejercicio policiaco. Hay cruceros donde los uniformados sólo se dedican a extorsionar a los automovilistas, ahí está el caso de los que se ubican en División del Norte y Miguel Ángel de Quevedo todas las mañanas y como esa esquina hay muchas en la ciudad.
La fantasía de Mancera va más allá de la burla a los capitalinos al decir, ’ahora estamos hablando de una Policía que hará historia en la Ciudad de México también, porque es la primera Policía que estará trabajando en el Sistema Acusatorio’.
Si no saben el Nuevo Reglamento de Tránsito no van a poder asimilar un método diferente a la extorsión, la tortura, los golpes, el encarcelamiento a capricho.
En realidad indigna una aseveración de tal magnitud, que es un insulto a la verdad y a los ciudadanos que lo llevaron a gozar de ese efímero trampolín político.