Postigo
José García Sánchez
El régimen priísta que gobierna buena parte del país en cuanto a gubernaturas y al país entero a nivel federal se declaró desde hace años, enemigo de la libertad de expresión.
Ya sea desde la comodidad de la silla del palacio de gobierno como en el caso de Veracruz, con casi una veintena de periodistas asesinados durante el sexenio de Javier Duarte o ante el escritorio de algún magnate de los medios como en el caso de Carmen Aristegui, cuyo despido técnico sólo obedece a una cuestión meramente de libertad de expresión.
La lucha contra la libertad de expresión cada día es más abierta y descarada, descarnada, como si fuese una larga batalla donde las victorias se cuentan por los periodistas asesinados o despedidos. La frialdad de las consecuencias de la enemistad adoptada por los gobiernos y los magnates de la comunicación es cada día más férrea y se trata, lamentablemente de una lucha a muerte.
La susceptibilidad de la crítica se convirtió de la noche a la mañana, en la necesidad de advertir a los periodistas que de seguir cumpliendo con su trabajo sólo puede esperarles la muerte, precisamente porque los funcionarios públicos no cumplen con su trabajo y simplemente utilizan el puesto para enriquecerse de manera particular.
Es decir, quienes no hacen su trabajo escogen de enemigos a quienes están comprometidos con el suyo. La responsabilidad sobre la manera de ganarse el sustento es ya una clase de ética que al parecer los políticos adoptan como agravio.
Ahora, el atentado contra la libertad de expresión fue el periodista de Chihuahua, César Alejandro Camacho Coronado, a quien la empresa Cablemás le pidió su renuncia, por haber entrevistado a Andrés Manuel López Obrador, el pasado viernes 5 de marzo.
La entrevista ’causó revuelo por las declaraciones de Andrés Manuel contra César Duarte. El programa, ‘Línea de Fuego’, se transmitió el viernes a las 9 de la noche, y el lunes a primera hora me entregaron un documento en el cual exponen, por parte del licenciado Luis José Tarango Gutiérrez, gerente y apoderado legal, la conclusión del contrato (a fines de mes) porque no conviene a los intereses de Cablemás’, explicó.
De acuerdo con Camacho, el lunes 1 de marzo se realizó una reunión en Delicias, donde estuvieron, además de César Duarte, tres exgobernadores: Fernando Baeza Meléndez, Patricio Martínez García y José Reyes Baeza, actual director general del ISSSTE, y candidatos que participarán en las elecciones del próximo 7 de julio.
En la reunión, aseguró el periodista, mencionaron que había varios medios ’que tronar por ser antipriístas, y me citaron a mí y a otros dos medios más que obstaculizaban sus planes en Delicias’.
Los priístas mientras más acciones ilícitas cometen mayor es su enemistad con los periodistas. La libertad de expresión no es un asunto que deba respetarse a la horade cometer sus ilícitos desde la silla de palacio de gobierno. Los excesos de Javier Duarte en Chihuahua, no son pocos y la desaparición de jóvenes, los feminicidios, la alianza con seres siniestros como Héctor Murguía Lardizábal, que busca de nuevo por el PRI la presidencia municipal de Ciudad Juárez, su sospechosa sociedad con un nuevo banco, la falta de claridad en las cuentas públicas, etc. Son factores que seguirán dando materia prima a los periodistas para investigar más a fondo sobre sus malos manejos, lo mismo que el de sus correligionarios.
Si los priístas arremeten contra los periodistas, cuya desaparición puede detectarse de inmediato, y lo menos que hacen es dejarlos sin trabajo, como sucedió en el diario Milenio en la ciudad de México y en este caso en Chihuahua, nada bueno pueden esperar el resto de los mexicanos.
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