No ser indiferentes para ser diferentes ....

¡Que Conste,… Son Reflexiones!

¡Que Conste,… Son Reflexiones!
Periodismo
Diciembre 10, 2015 10:09 hrs.
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Sócrates A. Campos Lemus › diarioalmomento.com

Mi muy querido hermano, Raúl Saide, hombre ejemplar, gran padre y extraordinario amigo, me envió esta pequeña historia de Thomas Alba Edison: “Un día Thomas Edison llegó a casa y le dio a su madre una nota de parte del maestro. El niño dijo: Mamá mi maestro me dio esta nota y me dijo que solo se la diera a mi madre.”

“Ella empezó a leer y sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas, entonces dijo: -Te leeré la carta en voz alta, que dice: Su hijo es un genio, ésta escuela es muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros para enseñarlo, por favor enséñele usted”
“Muchos años después la madre de Edison falleció.”

“Después de la muerte de su madre, Edison, un día estaba mirando algunas cosas viejas de la familia, repentinamente vio un papel doblado en el marco de un dibujo en el escritorio. Lo abrió y leyó: Decía: “-Su hijo está mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga a la escuela”

“Edison lloró por horas, entonces escribió en su diario: “Thomas Alba Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero por una madre heróica se convirtió en el genio del siglo”

“Fue uno de los grandes inventores del siglo”.
“Qué impresionante reacción de esa madre, quien pudiendo hacer sentir menos a su hijo, le dio un giro completo y fue capaz de inyectarle la seguridad y convicción. Edison creció y murió siendo lo que su madre dijo, un genio”

“Meditemos en el impresionante poder que tenemos los padres para levantar a un hijo y hacerlo crecer hasta la genialidad o bajarlo hasta el abismo”

Ya hemos comentado cómo algunos maestros en vez de alentar a sus alumnos, los destrozan, y en alguno de los artículos escribíamos aquella historia de un joven que recibió de su maestro un regaño tal que le decía que no podía ser nadie en la vida, ni siquiera para ser un ranchero criador de cerdos y caballos. Al paso del tiempo, este joven demostró que era un hombre muy calificado y creo unas granjas especializadas en la cría de caballos que utilizaba como una forma de terapia para ayudar a los niños a tomar confianza y resolver problemas de personalidad. Un día, el maestro llegó con un grupo de alumnos a visitar una de las granjas donde estaba aquel estudiante despreciado y al ver lo logrado por este, el maestro tuvo el valor y la decencia de solicitarle perdón y reconocer que se había equivocado. Jamás dijo a otro alumno algo que pudiera bajarle los ánimos en el estudio o en su desarrollo.

Por años y generaciones en México nos hemos auto denigrado y destrozado, en muchos países nos pintan o caricaturizan sentados debajo de un cactus, con sarape y sombrero, durmiendo o esperando que caiga algo como un milagro, dicen que los mexicanos creemos en la siembra de temporal, en la Lotería Nacional y en los milagros de la Guadalupana. En tales condiciones creemos que no tenemos el talento para superarnos y que a lo mejor nuestro destino está escrito como los de unos fracasados que no sabemos ni gobernarnos, ni desarrollarnos y que continuamos haciendo chapuzas y esperando los milagros, sin ponerle empeño y talento para realizar el cambio y mejorar el nivel y la calidad de vida de todos, evitando que los gobernícolas sigan utilizando los fondos y recursos públicos para robarnos, haciendo sus negocios privados.

Ya no nos engañemos, todos tenemos capacidades y valor para hacer los cambios, tal como lo mostró la madre de Edison cuando en vez de dejarse abatir por los dichos de un maestro tuvo el valor para cambiar las cosas dejando en ello a un genio al que debe mucho la humanidad. Los mexicanos, ni somos flojos, ni tontos, ni chapuzas, ni tarados, ni estamos esperando milagros o sacarnos la Lotería o que llueva para levantar cosechas, tenemos el valor y el talento, sabemos que podemos cambiar y lo único que debemos de dejar de ser, es ser indiferentes. Los milagros los provocamos nosotros, la Lotería la podemos sacar comprando los billetes adecuados y en forma constante, podemos mejorar nuestras siembras siempre y cuando no tengamos ni flojera ni desaliento.

Podemos cambiar a nuestro entorno, nosotros, la familia, la sociedad, el país, y para ello, tenemos los medios y la voluntad y valentía para lograrlo. No estemos como los españoles que pagan el 52% de lo que ganan a los impuestos del gobierno y…¿ para qué? ¿Para qué se lo sigan robando los políticos, empresarios y funcionarios? Tenemos parte de la sangre española pero no podemos dejarnos guiar por sus políticos oportunistas y demagogos que siguen aceptando a los “reyes”… sin serlo.

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