En las Nubes
Carlos Ravelo Galindo
Hartos de fugas, “maestros” también en fuga. Desplome del peso. Enojos familiares y muchos más etcéteras, cambiamos, por hoy, el tema de nuestros comentarios. Algo de buen humor, creemos.
Un transeúnte que se sintió mal en la calle, cayó al suelo. Fue llevado a emergencias del hospital de la Universidad Católica, administrado totalmente por monjas. Allí, de inmediato fue operado del corazón. La cirugía se realizó con éxito total.
Cuando el paciente despertó, a su lado estaba la monja responsable de la tesorería del sanatorio, quien expresó con gentileza:
- Estimado señor, su cirugía fue realizada con éxito y está usted a salvo. Sin embargo, hay un asunto que necesita su urgente atención: ¿Cómo piensa pagar la cuenta de hospital?
Y el importante diálogo tuvo inicio...
- ¿Tiene usted seguro-médico?
- No, Hermana.
- ¿Tiene tarjeta de crédito?
- No, Hermana.
- ¿Puede usted pagar en efectivo?
- No tengo dinero, Hermana.
La monja empezó a sudar frío, pero prosiguió:
- ¿Y con cheque, entonces, puede usted pagar?
- Tampoco, Hermana.
Entonces la religiosa, ya desesperad preguntó: Bueno, ¿usted tiene algún pariente que pueda hacerse cargo de la cuenta?
-Sólo tengo una hermana solterona, que es monja, pero no sé si ella pueda pagar.
La monja, corrigiéndolo, dijo:
- ¡Disculpe señor, pero las monjas no somos solteronas! ¡Estamos casadas con Dios!
- ¡Ah! ¡Magnífico! ¡Entonces, por favor, mándele la cuenta a mi cuñado!
Así fue como nació la expresión:”Que Dios se lo pague”
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