R A F A G A

Hemos llegado a la cúspide de la cima. Estamos tocando fondo. La pregunta que se escucha en todo el país, se concreta en ¿qué más es lo que nos espera? El estrujante suceso registrado en los municipios guerrerenses de Iguala y Cocula no tiene antecedente alguno, demanda una acción enérgica del gobierno y de la sociedad. No podemos seguir en el terreno de la tolerancia, no debemos ser indiferentes ante lo que ocurre y sólo mantener la posición de críticos. ¿Y…qué quieres hagamos?, es la inmediata respuesta que oigo al abordar el problema. La respuesta es, unirnos sin condiciones, actuar conjuntamente y no dejar todo al gobierno.
Debe ponerse un hasta aquí a todos los que han impuesto el vandalismo como un ejercicio de presión hacia el gobierno, cuando es a la sociedad a quien dañan. El atentado contra Palacio Nacional, pintarrajeando la fachada, destrozando e incendiando la Puerta Central del histórico edificio, es imperdonable y los autores gozan de su libertad. En Chilpancingo, en Iguala y en Acapulco, prendieron fuego en las oficinas gubernamentales, así como en las del PRD y del PRI, además saquearon establecimientos comerciales. Lamentablemente tampoco se sancionó a los responsables.
Cada día que transcurre, crece el problema social y político. Los padres de los 43 normalistas desaparecidos, los familiares de los otros tres asesinados y los parientes de tres civiles muertos la noche del 26 de septiembre, no aceptan el resultado parcial de las investigaciones coordinadas por la Procuraduría General de la República. Se insiste en que los secuestrados siguen vivos, pese a que tres de los asesinos han declarado como eliminaron a los jóvenes estudiantes. Los peritos forenses trabajan horas extras en el análisis de las cenizas y de los fragmentos de restos óseos, a solicitud de los consternados familiares de los alumnos de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos. Dudamos que acepten el dictamen final.
En un análisis muy amplio y objetivo que hizo el jurista chiapaneco Julio Serrano Castillejos, mencionando el significado de la palabra “alcahuete”, nos señala como todos solapamos, protegemos o no atacamos, aquellos sucesos que dañan a la sociedad, frenan el progreso y se propicia la corrupción junto con, la impunidad. Apunta muy acertadamente los males no combatidos desde aquellos días en que un delincuente como Arturo “El Negro” Durazo fue el jefe de la policía del Distrito Federal.
El licenciado Serrano Castillejos, respetado y respetable funcionario, ha formado parte del Instituto y del Tribunal Electorales de Chiapas, además de ser un reconocido catedrático universitario, periodista y poeta, es un mexicano sumamente preocupado por la crisis que vivimos y por ello escribió: “Ante el cúmulo de acciones lesivas al interés nacional, todos los mexicanos permanecemos a la expectativa y ahora el país se nos está deshaciendo en las manos. No es culpa exclusiva de Enrique Peña Nieto, los responsables somos todos”.
No se trata de firmar pactos, como tampoco es el momento de politizar, estamos en un solo camino y es solidarizarnos en la tarea de aportar soluciones. Que no sean “los anarquistas” que impunemente operan en el Distrito Federal los que sigan alterando la paz, es urgente que la autoridad actúe como tal y no nos engañe deteniendo a esos vándalos, para dejarlos libres “por falta de pruebas para consignarlos” como acaba de ocurrir con los que lapidaron Palacio Nacional.
PREGUNTA PARA MEDITAR:
¿Los colegios, las barras, las asociaciones, las federaciones y las confederaciones de profesionistas podrán pasar de lista de presente y actuar?