Postigo
José García Sánchez
El PRI se encuentra en una grave disyuntiva ante la llegada de las elecciones del 5 de junio. Desde la campaña de proselitismo en busca de la Presidencia de la República, los candidatos a un puesto de elección popular, desde el candidato a la Presidencia de la República hasta uno que peleaba la presidencia municipal, hablaban de un nuevo PRI.
Esta concepción de novedad, obligó a la cúpula del partido a buscar entre sus cuadros a personajes entre los 35 y los 45 años. Ahí está el ejemplo de Javier Duarte, la mala suerte de Manuel Velasco, la torpeza de Rafael Moreno Valle, la falta de sensibilidad de Borge Angulo, entre otros.
La juventud de los candidatos debía garantizar que se trataba de un PRI renovado. Lo que hicieron estos jóvenes gobernantes fue un desastre, ahí está Veracruz, Chiapas, Puebla Quintana Roo. La violación a los derechos humanos se convirtió en una especie de deporte extremo para estos adalides de la modernidad que en realidad sólo llevaron a sus entidades federativas a un retroceso muy grave.
Ahora, el PRI no sabe si fortalecer las postulaciones de los candidatos mayores de cincuenta años o repetir cuadros en los puestos de elección popular en disputa este 5 de junio.
Es decir, para que la población votante pueda olvidar que el nuevo PRI fue sólo una manera nostálgica de gobernar del tricolor, donde mostró todos sus errores del pasado, se hace necesario repetir cuadros en los mismos cargos de elección popular donde hubo éxito.
Así, los presidentes municipales que mostraron sensibilidad puedan repetir en ese mismo cargo por el mismo partido. Esto quiere decir que el PRI no es nuevo, simplemente es el resultado de sus experiencias y su vocación política.
No puede hablarse ahora de un nuevo PRI luego de que éste sufre grandes derrotas, basta ver la condición del país para calificar la tarea de los priístas en el poder federal, estatal o municipal. Buscar nuevas caras a estas alturas sería un suicidio electoral, darle oportunidad a quienes siempre la han buscado también redundaría en una derrota en las urnas, sobre todo si tomamos en cuenta que quienes creyeron que la búsqueda de una candidatura se lograba por escalafón.
El PRI no tiene más remedio que repetir cuadros en los puestos de elección popular si quiere triunfar en las urnas. Ante esta posibilidad la población de los diferentes municipios en disputa tendrá que recordar las obras y la conducción de un proyecto que rescate la práctica de la justicia social, como eje de su política pero, al mismo tiempo, vea con nuevos ojos una realidad que ha sufrido retrocesos en nombre de la modernidad, y convocados por un efímero Nuevo PRI.
El PRI debe apelar a la memoria de la población, esto sí es inédito, pero debe tomar en cuenta que también su deterior es inédito. Los errores de los hombres que enarbolaron al Nuevo PRI están a punto de ser condenados por la historia incluso, como en el caso de Javier Duarte, puede ser objeto de juicio político por los excesos de su propia raigambre partidista.
La oposición está lista para tomar el poder en todos los niveles de elección popular, puede lograrlo. Ahora más que nunca en la historia del país, la oposición tiene oportunidad de ganar en todas las posiciones y no hay terreno fácil para el PRI en ningún espacio de los 13 municipios en disputa.
Por ejemplo, en Hidalgo, lugar de nacimiento del secretario de Gobernación, quien además fue gobernador de la entidad, una derrota del PRI implica la salida de este personaje de la carrera hacia la Presidencia de la República. El PRI no puede pretender carro completo en Hidalgo, pero sí en los municipios clave que deben ser conservados a capa y espada si quiere seguir Osorio Chong cabalgando hacia Los Pinos.
