Postigo
José García Sánchez
Ante el descrédito del secretario de Educación y sus ansias por figurar, en la lista de posibles candidatos del PRI a la Presidencia de la República, el coordinador de la fracción del PRI en la Cámara de Diputados, es líder nacional del PRI y ex gobernador del Estado de México, emergió de la cloaca de sus legisladores para anunciar, sin pretexto alguno que la Reforma Educativa no tiene marcha atrás.
De inmediato retomó el discurso sobado sobre el tema: (la reforma educativa), ya que no busca dañar a los maestros como señalan algunos grupos y al contrario busca capacitarlos y prepararlos para hacer frente a los retos del siglo XXI. Los retos que los gobernantes del PRI les han convertido en obstáculos insalvables.
El secretario de Educación Púbica fue el primer miembro del gabinete en decir, a unas horas de transcurrida la jornada electoral del 4 de junio, que su partido estaba preparado para 2018, como si formara parte de esta caravana de priístas que van a ver si se puede. Lo cual sería en realidad, un peligro para México.
A estas alturas los mexicanos nos preguntamos a qué reforma educativa se refiere. No hay cambios sustanciales en la aplicación de un método serio que coincida con las necesidades de los alumnos.
La reforma educativa, como el resto de las reformas estructurales, que fueron, en su momento, orgullo de la actual administración pública se han reducido a meros a mecanismos administrativos que no arrojan beneficios a nadie.
La reforma estructural sólo sirvió para esterilizar a los partidos políticos de oposición y para exhibir a sus legisladores, que tienen un precio muy bajo a la hora de vender lo que a sus representados pertenece.
Es decir, la reforma educativa se limita a unas simples correcciones administrativas que ni siquiera pueden estar basadas en una evaluación que no todos los profesores presentaron, ni aceptaron, ni aprobaron.
El legislador del PRI, llamado también el señor de los relojes, por su colección de estos adornos de fina hechura, subrayó que la reforma educativa propuesta por el Ejecutivo Federal y aprobada por el Congreso tiene como objetivo elevar la calidad educativa de los niños y, al mismo tiempo, mejorar el nivel profesional y de vida del magisterio.
Ese es el propósito de una reforma que no se ha llevado a cabo, que no ha iniciado, que sólo intentó caminar los primeros pasos poniendo vidrios reparando aulas, y se quedó paralizada ante la incapacidad para aplicar sus preceptos elementales.
La reforma educativa es el pretexto para vociferar alabanzas a su jefe, no sólo desproporcionadas sino irreales, tal y como sabe hacerlo muy bien César Cámacho al ’…reconocer ingenio, audacia y capacidad del presidente Enrique peña Nieto para transformar e impulsar una reforma que crea y pone en marcha el nuevo modelo educativo’.
Aquí habría que ver si es ingenio implantar un modelo educativo elaborado desde el extranjero, si hay audacia al comprar a los legisladores para que aprobaran las leyes o bien si existe algo de capacidad en el presidente de la República, virtud que no le es propia.
Pero como odas es lo que le sobran el líder de los diputados priistas añadió que el PRI tiene propuestas innovadoras gracias a su capacidad de transformación.
Su partido nada quiere que cambie. Lo ha demostrado precisamente con la aprobación de las reformas estructurales que representan un retroceso, al designar a un candidato de dinastía como Alfredo del Mazo, y lo hizo ganador a través de métodos de compra de votos y de conciencias.
El PRI no puede someter a votación interna la selección de un candidato porque se desmorona. Ahora dicen que quieren que las bases sean las que reformen los estatutos. Para empezar, el remedo de líder nacional que tiene el PRI carece de capacidad de convocatoria para hacer cualquier evento con la militancia. Pero las decisiones que se toman son cuestionadas por una mayoría priísta que ha dejado el silencio atrás.
La fortaleza del PRI, como la reforma educativa, sólo está en su imaginación.
