La vida como es…
Octavio Raziel
En mi vida tuve la oportunidad de conocer a tres Lorenzo. El primero de ellos fue el tío Lorenzo Cueva que nació y murió en Wilmington, California; el segundo fue el también tío Lorenzo de Rodas, actor nacido en España y fallecido en Ciudad de México, y el tercero correspondió a un hurón, nacido y fallecido en la capital mexicana. Lo de “Lorenzo” era porque estaba bien lorenzo (loco).
El 10 de agosto se recuerda al patrono de los gastronómicos: San Lorenzo.
Hay también el día del trabajador gastronómico mexicano el 02 de agosto, y el del Chef que se celebra el 26 de enero (que los argentinos, para llevarnos la contraria lo hacen el 20 de octubre) luego, el 17 de mayo, el día de San Juan Bailón, es el del cocinero. Espero no encontrar más homenajes a estos trabajadores porque a ese paso no acabaremos las fiestas.
San Lorenzo fue uno de los primeros en el martirologio cristiano. La sentencia que le tocó fue sufrir acostarlo sobre una parrilla ardiente hasta su total combustión. Se cuenta que pidió a los torturadores giraran su cuerpo pues el lado que estaba junto a las brasas ya estaba a punto. Mientras ardía, dice la leyenda, olía a miel de panal en primavera.
A partir de este sacrificio, los artistas de las cocinas de todo tipo, desde los que aún lo hacen en parrillas, anafes o simples fogatas, hasta los que tienen para realizar su trabajo en espacios que parecieran quirófanos del más lujoso hospital del mundo, lo veneran como protector.
La reflexión es un homenaje a quienes participan en esta importante actividad: desde el más humilde pinche de la fonda de la esquina hasta los chef master del Woodrow Astoria, de Nueva York, o la Tour d’Argent o el Rendez-vous, de París.
