Se fueron de sus hogares para darles una mejor vida a sus hijos


*Erika Torres, de 38 años de edad, originaria de Taxco Guerrero y Aura Marina Santiso Zacarías, de 45 años de edad, originaria de Chiapas

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Se fueron de sus hogares para darles una mejor vida a sus hijos
Derechos Humanos
Mayo 10, 2021 16:16 hrs.
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HERMOSILLO, SON. 10 MAYO 2021.– Una ausencia dolorosa, pero con la firme esperanza de poder regresar a su hogar para reencontrarse con sus hijos es lo que motiva a Erika y Aura, madres migrantes que tomaron la decisión de trabajar fuera de su estado para darles una mejor vida a sus seres queridos.

Erika Torres, de 38 años de edad, originaria de Taxco Guerrero y Aura Marina Santiso Zacarías, de 45 años de edad, originaria de Chiapas, dos amigas con una historia de vida diferente, pero que comparten el sacrificio de haberse separado de sus hijos y radican actualmente en Hermosillo.


Madre separada y acostumbrada al trabajo constante, Erika tuvo que salir de una parte de Guerrero después de trabajar en un taller de joyería por 13 años, donde la paga no era buena y el trabajo es precario, contó que subsiste como trabajadora doméstica con una familia de lunes a sábado, mientras que los domingos vende plata en el parque y su amiga Aura le ayuda a vender.

’No pude cuidar a mi hija desde chiquita porque yo trabajaba, me alivié y a los 40 días tenía que regresar al trabajo, en la hora de la comida, yo me tenía que sacar la leche para que se la llevaran a casa, la guardaban en el refrigerador y a la hora que tuviera hambre se la dieran’.

Mientras que Aura Marina se desempeña como niñera y no tiene familiares en el municipio, eso hace que extrañe más a sus tres hijos y a su actual pareja, aunque tiene su apoyo comenta que la situación económica en Chiapas tiene un sueldo que está por los suelos.

’Fui huyendo de mi primer matrimonio, me daba mala vida, sufrí violencia mientras estaba embarazada, tuve que sacrificar el que mis hijas vivieran sin mí, me fui a Estados Unidos por tres años, cuando crucé caminé una semana día y noche para llegar a Tucson caminando, quedándonos sin agua y comida, fue muy triste’.

Después de haber trabajado en restaurantes, hoteles, vender comida, ninguno de esos trabajos era suficiente para mantener los estudios de sus tres hijos. Ambas se sienten tristes por haber dejado a sus familias, trabajan duro diariamente para seguir enviándole dinero a sus hijos anhelando volver a verlos pronto.

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