Sueños de historia


José Cárdenas

Sueños de historia
Periodismo
Diciembre 21, 2013 11:58 hrs.
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Ya bien montados en el gobierno “reformatorio” deberíamos exigir la desaparición de la Comisión de Salarios Mínimos, por inservible.

Sueños de historia

El mito sagrado de nuestro oro negro ya “duerme con los peces”.

Hoy viernes el Presidente promulga la Reforma Energética, y el lunes se publicará el decreto en el Diario Oficial.

Se trata de un cambio histórico, el más profundo de los últimos 60 años —celebran priistas y socios—. Estamos de acuerdo. Lo es.

Sin embargo, los reformistas presumen la historia antes de escribirla…

Hablan de inversiones de entre 80 y 100 mil millones de dólares al año; generación de miles y miles de empleos; reducción de precios de gas, electricidad y gasolina; ahorros millonarios en el sector productivo; fin de las importaciones de gas desde Rusia, Perú o cualquier parte y a cualquier precio; de autosuficiencia energética; de empresarios competitivos y consumidores felices… El plazo para alcanzar estos logros tampoco es despreciable: siete años.

Pero en el aire también flota la incertidumbre sembrada por quienes amenazan con revocar los cambios aprobados por el Constituyente Permanente mediante la consulta popular.

Será un esfuerzo estéril de la izquierda, adelanta el analista Luis Carlos Ugalde, quien recomienda leer —hasta entender— el artículo 135 de la Carta Magna. Tal precepto determina la única manera de cambiar la Constitución… y no habla precisamente de la “consulta”. “Mediante la democracia directa se podrá impulsar otra Reforma Energética, pero no revocar la existente”, asegura Ugalde, provocador.

Y con sarcasmo opina la analista María Amparo Casar: “En todo caso la izquierda podría promover una nueva ley energética que implicaría una segunda expropiación petrolera, para sacar de la jugada a las empresas privadas —nacionales y extranjeras— que pronto se instalarán en México con la venia de la Constitución vigente”.

Y el presidente de la Comisión de Energía en el Senado, David Penchyna, simplifica: “La incertidumbre es generada por un ‘pequeño’ sector del Congreso (…) es una inquietud vinculada a una estrategia político-electoral (…) y una flor no hace verano”.

Pero en este momento todo es un sueño, apenas se ha dado el primer paso. Para febrero o marzo deberán formularse las leyes reglamentarias para atar cabos sueltos y evitar que el diablo meta la cola.

Si nos cumplen, efectivamente abrirán las puertas de la historia, de lo contrario, trazarán el camino hacia otro infierno repleto de demonios bribones, tramposos, mentirosos y mercaderes… de ilusiones.

PURGATORIO: Históricamente el salario mínimo evolucionó de ser una garantía para convertirse en referente económico. Si en algún momento marcaba la obligación por debajo de la cual nadie podía ser contratado, hoy apenas sirve para calcular multas de tránsito o fianzas por violar la ley. Ya bien montados en el gobierno “reformatorio” deberíamos exigir la desaparición de la Comisión de Salarios Mínimos, por inservible; su finalidad ha quedado rebasada por la realidad. Dos aumentos —casi del mismo monto— nos han conmovido en días recientes: el boleto del Metro y el salario mínimo, cuya adjetivación lo describe a plenitud. Hace muchos años, cuando aún existía el Movimiento Obrero como una fuerza política, Fidel Velázquez insistía en el salario remunerado. Hoy el minisalario no remunera ni satisface. Si bien sus miniaumentos ayudan al control inflacionario, no dejan de ser una mueca grotesca… Pero algún lejano día volveremos a amarrar a los perros con longaniza y gozaremos todos del salario máximo. Mientras tanto….

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