’Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo’


’Me amó hasta entregarse por mí’.

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’Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo’
Periodismo
Agosto 22, 2020 18:25 hrs.
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La Palabra de Dios

Domingo 23 agosto, 2020

Primera lectura
Is 22, 19-23
Esto dice el Señor a Sebná, mayordomo de palacio:
’Te echaré de tu puesto
y te destituiré de tu cargo.
Aquel mismo día llamaré a mi siervo,
a Eleacín, el hijo de Elcías;
le vestiré tu túnica,
le ceñiré tu banda
y le traspasaré tus poderes.

Será un padre para los habitantes de Jerusalén
y para la casa de Judá.
Pondré la llave del palacio de David sobre su hombro.
Lo que él abra, nadie lo cerrará;
lo que él cierre, nadie lo abrirá.
Lo fijaré como un clavo en muro firme
y será un trono de gloria para la casa de su padre’’.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 137, 1-2a. 2bc-3. 6 y 8bc
R. (8bc) Señor, tu amor perdura eternamente.
De todo corazón te damos gracias,
Señor, porque escuchaste nuestros ruegos.
Te cantaremos delante de tus ángeles,
te adoraremos en tu templo.
R. Señor, tu amor perdura eternamente.
Señor, te demos gracias
por tu lealtad y por tu amor;
siempre que te invocamos, nos oíste
y nos llenaste de valor.
R. Señor, tu amor perdura eternamente.
Se complace el Señor en los humildes
y rechaza el engreído.
Señor, tu amor perdura eternamente;
obra tuya soy, no me abandones
R. Señor, tu amor perdura eternamente.

Segunda lectura
Rom 11, 33-36
¡Qué inmensa y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué impenetrables son sus designios e incomprensibles sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás el pensamiento del Señor o ha llegado a ser su consejero? ¿Quién ha podido darle algo primero, para que Dios se lo tenga que pagar? En efecto, todo proviene de Dios, todo ha sido hecho por él y todo está orientado hacia él. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Aclamación antes del Evangelio
Mt 16, 18
R. Aleluya, aleluya.
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y los poderes del infierno
no prevalecerán sobre ella, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio
Mt 16, 13-20
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: ’¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?’ Ellos le respondieron: ’Unos dicen que eres Juan, el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas’.

Luego les preguntó: ’Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?’ Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: ’Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo’.

Jesús le dijo entonces: ’¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo’.

Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

’ Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo ’
Introducción
La lectura continuada del Evangelio según San Mateo en este ciclo A, nos lleva hoy a las proximidades de Cesarea de Filipo donde Jesús lanza a sus discípulos una pregunta importante y decisiva: ’¿quién decís que soy?’… Esa pregunta va dirigida a nosotros hoy. Es un dardo directo a nuestro corazón que Jesús nos lanza como a sus primeros discípulos. ¿Qué respuesta vamos a dar? Jesús no quiere una respuesta académica ni intelectual ni de simple catecismo, prefiere que le demos hoy una respuesta vital. ’Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo’ tiene que ser una respuesta que brote desde dentro de nuestro corazón, desde esa vivencia esencial y profunda del mesianismo de Jesús como experiencia vital de su misericordia y de su amor por cada uno de nosotros. Una respuesta que signifique la experiencia en la propia vida de aquello que Pablo dice a los gálatas: ’Me amó hasta entregarse por mí’.
Fray Juan Carlos González del Cerro O.P.
Real Convento de Santo Domingo (Jerez de la Frontera)

CONTRA LOS ADMINISTRADORES LISTILLOS

En los remotos tiempos del profeta Isaías también ocurrían cosas bastante «feas». En la cosa pública (sean los tribunales de justicia, sea la administración de impuestos, sean los cargos y nombramientos en el Templo...) se daban escándalos, abusos de poder, derroche del dinero público, corrupción administrativa, enchufes y favoritismos. Había personajes hábiles, con muy escasa conciencia y menos escrúpulos, ambiciosos, que se aprovechaban de sus cargos públicos, y de sus buenos contactos para hacer fortuna a la sombra complaciente de palacio, o de cualquiera que pudiera facilitar sus fines.

Como éste Sobna, de cuyos turbios negocios nos habla Isaías. Se trata de un «mayordomo de palacio» (quizá para entendernos, sería más adecuado llamarle «Administrador», o Primer Ministro o Jefe de la Casa Real...) Así nos lo han descrito: ambición desenfrenada, delirios de grandeza, intrigas, negocios turbios, aprovechando su cargo, y sirviendo aparentemente al rey y a su pueblo... Pero solo aparentemente.

Sobna estaba preocupado y ocupado por dejar huella en la historia, a pesar de haber ensuciado él mismo su nombre; deseaba ser recordado y honrado por las generaciones venideras. Para lo cual había proyectado construir un grandioso monumento funerario. Hoy quizá habría optado por un aeropuerto, un gran rascacielos, algún puente faraónico, un muro o incluso alguna estación espacial. ¡Quién sabe!

Al mismo tiempo, a los numerosos pobres de su entorno simplemente les costaba trabajo sobrevivir. Era su responsabilidad cuidarlos en nombre del rey (y de Dios), pero lo que realmente le interesaba era su propia tumba, perpetuar su nombre. No es difícil encontrar hoy personajes parecidos similares.

Bueno, pues, ante este «Administrador» impresentable, Dios tomó partido inmediatamente. Y dijo «basta». Y es que a Dios le importan los temas políticos, económicos, sociales. Y especialmente aquellos que no cumplen éticamente con sus responsabilidades. Si el domingo pasado subrayábamos la importancia del derecho y la justicia, hoy podemos añadir la honestidad, la ética, la austeridad, el olvido de sí de quienes tienen responsabilidades que cumplir.

En los últimos tiempos venimos comprobando como, desde todo el arco parlamentario, se pretende recluir la fe en el ámbito prohibido, diciendo que Dios y los cristianos no tienen que meterse en política, que hay que respetar a los que piensan distinto... y abstenerse de defender los propios valores. Sería coherente que se lo aplicasen ellos mismos, a sus distintas ideas políticas e ideológicas. También ocurre que algunos grupos o líderes políticos pretenden «adueñarse de Dios» para justificar sus posturas que poco o nada tienen que ver con Dios... Porque a Dios le importa el pobre, el emigrante, el huérfano, el anciano, el sin-papeles, el enfermo, los pueblos nativos sin recursos...

Y en cuanto a la fe, no se la puede convertir en un asunto privado, espiritualoide o de la otra vida... Tiene que afectar a las leyes, a la economía, a la política, a la ecología... a todo... si bien los creyentes no tenemos las soluciones para tantos problemas, y por eso podemos y debemos colaborar con todas las iniciativas que procuren un mundo más humano, más justo, más libre, más pacífico, más fraterno... apartándonos (y hasta denunciando) las que pretenden todo lo contrario.



En cuanto al Evangelio:

Los seres humanos solemos percibir la realidad desde nuestras expectativas, necesidades, situaciones personales, formación cultural y religiosa, vivencias y experiencias, intereses... Estos son nuestros filtros, conscientes o inconscientes. Y Jesús quiere hacer un «feedback», una valoración de lo que la gente ha podido captar de sus palabras y obras, qué les ha quedado de todo su empeño misionero. Es una tarea necesaria siempre, y en los agentes de pastoral también. El balance que le presentan sus discípulos no es alentador. Ya algunos grupos judíos han empezado a tomar distancia de Jesús, decepcionados cuando no escandalizados. La «gente» no anda demasiado desencaminada, pero su percepción del Maestro es muy incompleta. A partir de aquí Jesús cambiará de «estrategia» para pasar a centrarse casi exclusivamente en el grupo de sus discípulos.

Pero también quiere sondearles a ellos. La pregunta no se dirige al terreno intelectual o teológico... : ¿Qué habéis percibido de mí en el trato personal, qué ha supuesto para vosotros el seguirme, el escucharme, el estar conmigo...? ¿En qué habéis cambiado personalmente, cómo estoy influyendo en vuestras vidas. Digamos que es una pregunta «existencial», que solo uno mismo puede responder, y para la que no hay respuestas hechas.

Pedro se adelanta a responder a modo de portavoz de todo el grupo y hace toda una declaración breve, pero profunda sobre Jesús: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Es una respuesta bastante más completa que la que dieron en la barca, después de la tempestad. Y esa declaración de fe será el cimiento, la piedra, sobre la que Jesús levantará su futura Iglesia («mi Iglesia»). Pero hay que decir que, a pesar de la bienaventuranza de Jesús dirigida a Pedro... su confesión necesita ser purificada. Su concepto de «Mesías» habrá de modificarse mucho a partir de la experiencia pascual (el fracaso, el rechazo, la cruz y la resurrección), dejando a un lado muchas connotaciones y expectativas que no coinciden con el proyecto de Jesús. De ahí que les mande silencio sobre ese título. Y ciertamente ningún apóstol puede atreverse a "atar y desatar" como el mayordomo de la primera lectura.

Nunca tenemos cerrada y completa nuestra experiencia de fe. Lo que «decimos» de Jesús tiene que seguir madurando. Lo que digamos ha de ser experiencia personal vivida. Y la fe eclesial/comunitaria de los apóstoles y la revelación progresiva de Dios (ni la carne ni la sangre) lo irán haciendo posible... si no nos encerramos en nuestras ideas y subjetivismos personales. Nuestra fe es siempre eclesial/comunitaria, aun cuando sea (debe serlo) personal.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

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