Opinión

Un país en donde no podía darse una revolución

Un país en donde no podía darse una revolución
Periodismo
Agosto 20, 2021 23:49 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

Como iniciaran aquellas narraciones de la infancia, ’erase que se era’ un país en el cual nunca sucedía nada hasta que pasaba. Por aquellos días todos vivían en paz y el crecimiento económico nadie lo podía negar. Allá afuera, sin embargo, había quienes se empeñaban en escribir líneas ominosas sobre el futuro de aquella nación en la cual, pronosticaban, pronto habría de darse una conflagración interna. Ante ello, en el entorno doméstico, varios sintieron que eso era una afrenta y procedieron a defender el orgullo patrio herido por predicción tan siniestra. Veamos como se dio una de esas replicas y los argumentos que la sustentaban.
La argumentación partía de señalar que ’solamente se levantan los pueblos en épocas de verdadero malestar y entonces tienen derecho a hacerlo. Entre nosotros habrá necesidades, pero no miseria.’ Tras de eso, se señalaba que, como consecuencia de las publicaciones foráneas, ’un puñado de bandoleros internacionales o sin nacionalidad intentó un asalto a mano armada sobre poblaciones indefensas ’ubicadas en el norte. Asimismo, por los rumbos de este, unos nativos promovían un motín por un asunto de terrenos. Ninguna de esas dos acciones pasó a mayores gracias a que dio un escarmiento a sus promotores. En otras palabras que si no había paz se hacía. Eso era solamente el principio de lo que sustentaba la negación.
A continuación, se preguntaba: ’¿Quién podrá tomar a lo serio esas calaveradas de mal género de bandidos e imbéciles? Sin embargo, en cualquier país en donde existiere el germen revolucionario, donde las pasiones estuvieran en fermento, en donde el espíritu público se encontrará exasperado, hubieran bastado tales intentonas para dar pretexto a manifestaciones hostiles al gobierno u para que la chispa se propagara hasta provocar un incendio. No fue así y esto se debe mas que nada a la prontitud y a la energía con que obró el mismo gobierno, al espíritu publico o mejor dicho, a la ausencia de todo motivo para una revolución, siquiera fuese una rebelión.’ Pero, también, podría haberse argüido que aquello aun requería de algún tiempo de maduración, algo que el escribano de entonces se negaba a aceptar mientras vertía sus argumentos negando cualquier inquietud.
Para que no hubiera duda de que su postura estaba sustentaba bien, afirmaba que ’si se pregunta al más humilde labrador indígena si desea la revolución, responde categóricamente con la negativa teniendo en cuenta, no solo que nada tendría que ganar con una revuelta intestina, sino que se vería expuesto a ser atropellado y cogido de leva por los revolucionarios y obligado a exponer su vida, dejando a su familia en la miseria por ir a defender intereses ajenos que nada le importan. Y así el artesano y el obrero que se ganan la vida tranquilamente, con más o menos trabajo, con mas o menos abundancia, pero con seguridad.’ Bajo esta premisa podríamos decir que este era el grupo de los que se conformaban con irla pasando, pero no debemos olvidar que cualquier expresión de inconformidad se la podían curar rápidamente enviándolo a un centro de meditación. Sin embargo, como en todos los tiempos, no solamente había quienes vivían al dia.
Aun cuando podríamos decir que eran aspiracionistas, transigían, también, sobre cómo se iban dando las cosas. En ese contexto, el redactor mencionaba que ’si se sigue ascendiendo por la escala social, en cada uno de los peldaños encontramos una clase que responde con la misma negativa, y que tiene el mismo santo terror por la revuelta, porque todos tienen algo que perder y nada que ganar en el trastorno del orden público.’ No obstante, estas afirmaciones, acto seguido afirmaba que ’las revoluciones no son de generación espontánea, sino que son engendradas por las circunstancias. Son fenómenos sociales que corresponden, como los meteorológicos, a causas fatales e ineludibles. Cuando esas causas concurren tenemos la revolución, como la lluvia, la tormenta, el huracán.’ Luego pasaba a explicar que hipotéticamente podía ocasionar un estallido social.
Allí, en donde la incomprensión del gobierno es formidable, donde faltan todas las libertades, donde la persecución se erige en sistema, y la miseria moral y física irritan el ánimo, donde no hay seguridad para la vida, ni para la hacienda, la paz es precaria, [entonces] la revolución es inminente. Porque cuando el gobierno tiene como misión tiranizar, el pueblo tiene por obligación que conspirar y sublevarse.’ Sin embargo, acorde a la perspectiva de aquel analista, de quien se desconoce si su pluma estaba bien aceitada o su visión estaba muy lejos del 20/20, mencionaba que en aquel país faltaban ’por completo esas condiciones generales de la revuelta. Hay orden, pero sin opresión; hay paz arraigada en la convicción y fomentada por la conveniencia general; hay abundancia para unos, bienestar para otros, trabajo para todos y no se nota miseria en ninguna parte, ni aun en aquellas en donde reina la pobreza, porque es una pobreza que come a diario.’ Ni duda cabe que ese escribano tenía madera de vocero intemporal. Pero no se crea que aquí terminaba su perorata triunfalista.
En el marco de su perspectiva, en ese país durante aquellos años, ’se desarrolla la industria, progresan las ciencias, aumentan la producción y el consumo, se goza de completa garantía y se vive sin zozobra.’ Eso sí¸ quiso dejar muy claro que esa nación no era el paraíso,’ ni que [se] encontrara en una edad de oro, ni que [hubieran] alcanzado el ideal de la perfección; pero si, que comparado nuestro estado de hoy con el guardábamos hace tres décadas, y nuestra situación con la que atraviesan casi todos esos países que aparecen como los más favorecidos, resulta que nuestra vida es mejor y que debemos estar satisfechos de haber realizado en tan poco tiempo lo que otros pueblos que cuentan con largos siglos de existencia, no han podido alcanzar aun.’ Esto último ya empezaba a mostrar síntomas de arrogancia o ¿seria de alucinación provocada por el brebaje que alimentaba la pluma? Continuemos con la cita antes de poder dilucidar los motivos de esa perspectiva tan maravillosa.
Mencionaba, orgullosamente, que ’en estos momentos no tenemos que plantear ni menos que resolver ningún problema internacional, ninguna dificultad política interior, ninguna cuestión, religiosa, ni social. Nos ocuparemos únicamente del desarrollo de las fuerzas vivas del país, en dinamizar los potenciales, en perfeccionar lo hecho, y en formular lo que necesitamos, procurando allegar los medios necesarios para obtenerlo.’ Cualquier semejanza con el Nirvana era una mera coincidencia. Por ello, tal vez, el redactor procedió a darles un zape a los envidiosos (¡!)
Y anotó, ’bien sabemos que hay quienes nos echan en cara esta paz, llamándola pacifismo, es decir un sistema impuesto por la tiranía sobre la degradación.’ Pero los hechos vienen a desmentir semejante calumnia, porque tal sistema enerva las energías del cuerpo y de la inteligencia y en [este país] se ve crecer ambas de un modo correlativo. La intelectualidad de hoy se nota, el movimiento en todas las esferas de la actividad humana que presenciamos revela una vida poderosa que se agiganta, una expansión cada vez más formidable, que desmiente la acusación de pacifismo y robustece nuestras afirmaciones.’ Como resultado de todo ello, no podía haber sino una consecuencia única: ’el pueblo tiene una confianza plena en el gobierno y el gobierno en el pueblo y ambos trabajan de conjunto por el engrandecimiento de la Patria y no puede haber ningún conflicto entre gobernantes y gobernados, así como tampoco entre partidos políticos, …ni entre sectas religiosas, pues aun cuando no están de acuerdo las que existen, en cuanto a sus respectivos dogmas se refiere, todas viven pacíficamente al amparo de la ley, que las considera por igual.’ Pero para que no se creyera que moraba en alguna nube, el escribano decidió hacer algunas precisiones.
En ese contexto, señaló: ’no por eso se crea que seamos tan ilusos que llegamos a pretender que todos estén conformes con el orden de cosas existentes, pues bien sabemos que no pueden faltar díscolos, descontentos, ambiciosos sin conciencia, degenerados, personas que se creen injustamente fuera del centro que les corresponde; pero esas son individualidades aisladas, como se encuentran en todas partes y en todas épocas.’
’Lo presente no preocupa a nadie; y todo espíritu ilustrado piensa más en lo porvenir, procurando poner de su parte cuanto la provisión humana puede sugerir para afianzar lo futuro, a fin de que sea la resultante lógica de nuestro actual estado de bienandanza.’
’Creemos que lo dicho basta para comprobar nuestra proposición: [en este país] no puede haber una revolución, y no puede haberla porque faltan todos los factores concurrentes para generarla, todas las circunstancias anteriores y concomitantes para hacerla estallar.’
Si a lo largo de la lectura usted, lector amable, llegó por un momento a pensar que el texto fue escrito recientemente por una de esas plumas que hoy son adalides y defensores de la transformación y el todo marcha bien, nos permitimos decepcionarlo. Las líneas reproducidas corresponden a un texto publicado en 1906. Contrariamente a todas las reflexiones plasmadas, cuatro años después en aquel país, llamado Estados Unidos Mexicanos, estalló una Revolución. Las causas que la originaron fueron precisamente todas esas que se mencionaban como no existentes.
Dado que no sería ético dejar de mencionar la fuente de esta publicación, nos permitimos anotar que apareció el lunes 15 de octubre de 1906 en un periódico cuyo nombre era ’El Diario,’ mismo que había nacido dos días antes bajo la premisa de que ’una buena porción del publico mexicano, ilustrado y emancipado ya de viejas e inútiles preocupaciones, que no tenían razón de ser, viene pidiendo desde hace tiempo un periódico nuevo que satisfaga sus justas aspiraciones y las nuevas exigencias que tiene derecho de imponer al periodismo, en estos tiempos en que los avances de la cultura general y la consolidación definitiva de la confianza publica en las instituciones vigentes y en el porvenir de la república, han modificado radicalmente nuestra vida nacional.’ El cuadro directivo de dicha publicación lo integraban como: presidente y gerente general, Ernesto T. Simondetti; el director, Juan Sánchez Azcona; el secretario de la redacción, Luis Frías Fernández; el director artístico, Carlo de Fornaro; y el subdirector Rafael De Zayas. Desconocemos quien elaboró el diagnostico tan optimista de que en nuestro país todo era felicidad. Sin embargo, veamos quienes eran estos personajes y cual podría ser el autor de lo comentado.
En el caso de Sánchez Azcona acabaría colaborando con Madero, primero en la elaboración del Plan de San Luis y más tarde como su secretario particular. Tuvo que huir durante el cuartelazo y no fue sino hasta que, en Piedras Negras Coahuila, se entrevistó con el jefe del Constitucionalismo, Venustiano Carranza Garza, cuando regresó a la Revolución a la cual sirvió en 1914 cuando desde Europa evitó que se le otorgaran prestamos al católico ferviente de apellido Huerta. Acabaría siendo embajador en España bajo el gobierno del presidente Obregón Salido.
Acerca de Frías Fernández lo que conocemos es que era coautor de una zarzuela llamada ’La Cuarta Plana.’
Sabemos que Carlo de Fornaro, con el tiempo, se convertiría en un escrito prolífico autor de varios volúmenes entre ellos ’Carranza and Mexico’ (1915), mientras mantenía una relación amigable con los revolucionarios mexicanos.
Por lo que respecta a Rafael de Zayas Enríquez, se trata de un abogado, periodista y escritor quien fue diputado y cónsul en San Francisco durante el gobierno del presidente Diaz. Sin embargo, al iniciar la Revolución, se adhirió al Maderismo para después, durante el cuartelazo, acabar en los brazos de Huerta. Autor entre otros libros de ’Benito Juárez: su vida y su obra,’ (19060; Porfirio Díaz,’ (1908); y ’The Policy of President Wilson,’(1914), entre otros.
Simondetti era un editor estadounidense quien, en enero de 1912, en la revista ’World Today’ puiblicó un artículo en el cual criticaba al presidente Madero González por los métodos que utilizó en su elección, así como por incorporar familiares a su gabinete. Dada su rabiosa oposición al presidente, pronto hubo de abandonar el país.
Derivado de este repaso breve sobre los componentes principales de ’El Diario,’ nos inclinamos a pensar que el autor de la negación ante lo evidente queda entre Zayas de Enríquez por su filiación porfirista o bien Simondetti quien posteriormente demostraría su aborrecimiento a Madero. Sin embargo, quien haya sido, lo único que mostraron fue un grave padecimiento de miopía ante lo evidente. Si bien en la superficie todo parecía lucir en calma, en el subsuelo algo empezaba a mostrar signos de erupción. Ese tipo de actitudes es un mal que ha prevalecido a lo largo de los tiempos, aun cuando debemos de comentarlo, eso no necesariamente es producto de convicciones sólidas o enfermedades visuales, sino resultado del afán moverse en el sentido que va el viento, claro que empujados por algo más que aire. Lo bueno es que eso de defender lo indefendible en los medios de comunicación es un asunto del pasado y hoy lo que prevalece es la objetividad. Ya no hay defensores de oficio u oficio$o$ quienes gusten de ver que todo va muy bien y justifiquen cuanto se realice o ¿Acaso estamos equivocados? vimarisch53@hotmail.com
Añadido (21.33.111) Wilson y Truman emergieron triunfantes de sus guerras y fueron reelectos. Johnson y Nixon, aceptaron el fracaso, mientras que Bush Sr. fue eficiente en exceso, a ninguno le fue bien. ¿Cuál será el destino de Biden tras el desastre afgano?
Añadido (21.33.112) Doña Dignidad es una señora clasemediera-aspiracionista. En caso de que, quienes integran el grupo gobernante, se tropezaran con ella no sabrían identificarla.
Añadido (21.33.113) ¿Cuál será la razón por la cual Harris, Pelosi, Schumer, Ocasio y demás adalides de la democracia liberalista no han defendido firmemente las acciones de su presidente?
Añadido (21.33.114) Pues no que en los tiempos del priismo todo era represión de las ideas. Hoy, salen las niñas de la oposición quienes han vivido al amparo del nombre de sus padres, con que a estos jamás les censuraron sus escritos. Como dicen por ahí, por sus frutos los conoceréis.

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