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Un reportero, siempre en peligro

Un reportero, siempre en peligro
Política
Enero 26, 2016 19:39 hrs.
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Jorge Herrera Valenzuela › diarioalmomento.com

Sin duda alguna, el ejercicio de la profesión que más peligro representa, en estos tiempos, es la del periodismo en su especialidad de reportero diarista. También lo fue en épocas pasadas, pero bajo otras circunstancias. Son muchos los que perdieron la vida en accidentes, otros más fueron víctimas de venganzas personales y muchos más murieron por estar o no estar de acuerdo con la delincuencia organizada.
Viene a mi mente lo ocurrido la mañana del domingo 25 de enero de 1970, cuando se iniciaba una de las etapas de la campaña del candidato presidencial Luis Echeverría Álvarez. A las ocho y media, cuando me disponía a salir con mi esposa e hijos, Carlos Avecilla Arista telefónicamente me informó que el avión en que viajaban los reporteros y los fotógrafos (hoy reporteros gráficos) se había desplomado en un cerro, en las cercanías de Poza Rica, Veracruz.
“Los primeros informes indican que…¡todos murieron!” La noticia se confirmó en unos minutos. Cayeron destacados reporteros como Mario Rojas Cedeño, Pepe Falconi Castellanos,Adolfo Olmedo Luna,Hernán Porragas, Jesús Figueroa Ballesteros, fotógrafos Guillermo Ley, Lalo Quiroz, Rodolfo Martínez, Ismael Casasola, entre otros. Sabían que en cada viaje estaban expuestos a un final trágico, porque nuestro trabajo nos expone a ello.
Años atrás, en otra accidente éreo murieron dos reporteros de El Universal. Carlos Septién García y Carlos Violante. Viajaban hacia Ciudad Guerrero, Tamaulipas, para cubrir la información de la inauguración de la Presa Falcón, en los límites con Estados Unidos. Los presidentes Adolfo Ruiz Cortines y Dwight D. Eisenhower, encabezaron el acto, el 19 de octubre de 1953, fecha en que la aeronave se estrelló en la Sierra Mamulique, en Nuevo León. Entre los pasajeros figuraban “El Tío Carlos”, como firmaba Septién García, sus crónicas taurinas; después su nombre fue impuesto a la primera escuela de periodismo, fundada en 1949.
Pues bien, desde algunos años los reporteros mexicanos se desempeñan en un ambiente muy peligroso y la muerte ronda en torno a ellos. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que la delincuencia organizada, los narcotraficantes y los policías incrustados por aquellos, acosan y presionan a quienes ejercen el diarismo para periódicos, para la radio y/o para la televisión, obligándoles a sujetarse a “la ley” de “plata o plomo”.
Comento, sin temor a equivocarme, que se mantiene la libertad de prensa y por consecuencia, la libertad de expresión. Puedo asegurar que las casas editoriales, las empresas radiotelevisivas y las agencias noticiosas, gozan de prestigio o de desprestigio, de acuerdo con sus directivos y dueños. Lo mismo acontece con la nueva faceta del diarismo noticioso, la de comunicación digital.
El perodismo moderno, el de este siglo XXI, el que se ejercita en este moderno 2016, es diametralmente distinto al que ejercí cuando tenía 20 años de edad y debo afirmar que en México la transmisión de las noticias se realiza en el mismo instante en que se están produciendo. Ya no hay barreras geográficas, no importa la hora que marquen los relojes, como tampoco importa sí llueve, truene el cielo, nos abatan los sunamis o nos sacudan los temblores, los terremotos, los tornados o las incruentas nevadas. En cualquier circunstancia o situación la noticia nos llega.
PREGUNTA PARA MEDITAR:
¿Aceptaría el gobierno federal, el que despacha en Los Pinos, que el trabajo periodístico no les merece atención y mucho menos la vida de los reporteros, principalmente los que laboran en los 31 Estados?

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