’Catón’

Voy a echar una firma

Voy a echar una firma
Periodismo
Diciembre 15, 2019 17:34 hrs.
Periodismo ›
Armando Fuentes Aguirre › guerrerohabla.com

Yo digo que los hombres de antes eran dueños de una sabiduría que no tenemos ya los hombres de hoy. Hablo de los hombres, y no de las mujeres. La sabiduría femenina es eterna: no cambia ni se acaba.

Cuando oigo relatar anécdotas de nuestros antepasados –nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros bisabuelos– me sorprende su ciencia de la vida. Y es que en ella –en la vida– adquirían nuestros ancestros su saber, en tanto que nosotros lo recibimos de la escuela, si bien nos va, y si nos va mal abrevamos en la televisión o, peor aún, en las redes sociales.

Desde luego en todo tiempo ha habido gente tonta. Mi padre nos hablaba de un cierto amigo suyo, presuntuoso, que gustaba de darse aires de rico. En un restorán elegante les advertía en voz baja a sus amigos:

-No pidan consomé, porque les traen caldo.

En otras historias del pasado, en cambio, sale a relucir aquella sabiduría de quienes nos antecedieron en esta ocupación, la vida. Escuché una historia cuyo protagonista es don Isidro López Zertuche. Permíteme que te la cuente.

Sucede que un compadre de don Isidro tuvo necesidad de pedir en el banco un préstamo por cierta cantidad. El gerente de la institución bancaria, sabedor del compadrazgo que unía al solicitante con don Isidro, le dijo que no tenía inconveniente en prestarle aquella suma. Claro, había un pequeño requisito: se necesitaba un avalista o fiador. Si le traía la firma de don Isidro López inmediatamente le entregaría el dinero.

Fue pues el compadre a ver a don Isidro, y le contó el predicamento en que se hallaba: necesitaba con urgencia una cierta cantidad, y la solicitó en el banco. El gerente le dijo que no había ningún inconveniente en prestarle el dinero, pero le pedía la firma de don Isidro.

-Por eso vengo, compadre, a molestarlo.

¡Pero, compadre! –exclamó don Isidro en amistoso tono de reproche–. ¡Qué falta de confianza! Me ofende usted, permítame que se lo diga, y ofende también nuestra amistad. ¿Qué necesidad tiene usted de andar pidiendo en el banco, si aquí está su compadre, que con gusto le prestará el dinero?

-¿De veras, compadrito? –preguntó con ilusión el otro, gratamente sorprendido–. ¿De veras me prestará usted esa cantidad?

-Claro que sí, compadre –refrendó don Isidro–. Sólo hay un pequeño requisito: tráigame usted la firma del gerente del banco. Así como él le presta el dinero con mi firma, yo se lo presto con la firma de él.

¡Cuánta sabiduría, qué prudencia y cuán sólido sentido común! Hay un dicho que afirma, contundente: ’Avalista o fiador, pendejo y pagador’. El escritor inglés Rudyard Kipling tenía mucha razón, si no toda, cuando en su largo poema de cortísimo nombre, pues se llama: ’If’, o sea ’Si…’, declaró que debemos ser buenos, pero no demasiado. Con palabras más rotundas dice lo mismo un refrán charro: ’Caballo demasiado manso tira a penco. Mujer demasiado coqueta tira a puta; hombre demasiado bueno tira a pendejo’. Es cierto: en este mundo nuestro, tan desordenado, y en los tiempos que corren, tan difíciles, hasta para ser bueno hay que tener cuidado.

Ver nota completa...

Escríbe al autor

Escribe un comentario directo al autor

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.


Voy a echar una firma

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.